El conocer los períodos
sensitivos en los que están las niñas facilitan la formación, ya
que aunque los seres humanos, gracias a nuestra voluntad, podemos ponerlos en
marcha cuando ya no estamos en la edad adecuada, el aprovechar su tiempo
natural nos evitará el tener que desarrollar una fuerza de voluntad muy
superior. Por ejemplo, los períodos sensitivos para adquirir un idioma están
entre 1 y 4 años, donde se aprende fácilmente, sin embargo, todos tenemos la
experiencia propia o cercana de lo costoso y difícil que es aprender un idioma
con más de 20 años, para además no conseguir hablarlo a la perfección.
Conseguir se consigue, pero serán más completos y menos costosos los
aprendizajes, siempre que se realicen dentro de su tiempo natural. A esto me refiero con los períodos sensitivos.
La edad de oro de aprendizaje de los hijos suele terminar antes de los
12 años, ya que el 80% de los períodos sensitivos transcurren en ese tiempo. Si
se dedica tiempo a la formación de los hijos hasta esa edad, nos evitaremos la mayor parte de los
problemas que surgen en la edad adolescente. Hablemos brevemente de cada uno de ellos:
El estudio: están viviendo períodos sensitivos como el afán por
aprender y la tendencia a la curiosidad. Saber cosas nuevas les apasiona, por
lo que cuando una niña no estudia hay que pensar que existe un problema y la
única forma de que se recupere es descubrirlo cuanto antes. Podríamos estar
hablando de problemas familiares, pequeños fracasos escolares que le han
bloqueado, haber sido rechazada por sus amigas, no considerarse querida por las
profesoras, etc. Como los períodos sensitivos juegan a nuestro favor, por lo
general con amor, motivaciones positivas y paciencia se puede corregir el
problema.
La generosidad y el servicio a los
demás: Además
de vuestro ejemplo, debéis proporcionarles diferentes oportunidades para darse
a los demás. Por ejemplo: Ayudando en casa, cuidando a un hermano, prestando
cosas a los amigos, tomando la peor parte en el postre, repartiendo golosinas,
enseñarles a no elegir lo mejor, a saber conformarse, saber perdonar, acordarse
de dar las gracias, pedir las cosas por favor… A esta edad, debería
entusiasmarles llevar a la práctica este tipo de acciones.
Están llegando al umbral de la adolescencia, edad en donde el
retroceso es inevitable, se distancian de los padres y la afirmación egoísta
del YO vuelve a ser natural, por tanto se deben poner todos los medios a su
alcance para favorecer actitudes de generosidad y respeto y para que la
comunicación entre padres e hijos no se cierre. Deben saber que estáis
dispuestos a ayudarles.
La responsabilidad: Los períodos sensitivos relacionados son: el amor a la
justicia, la disposición a ayudar, el deseo de quedar bien y el afán de superación.
La Fe: La herencia más importante que unos padres pueden dejar a sus
hijos son sus creencias, es decir, unos valores que sirvan para orientar su
vida. Los hijos necesitan alimentar su espíritu; si los padres no les enseñan a
buscar la verdad, otros se encargarán de enseñarles su verdad (la TV por
ejemplo). Y si no llegan a encontrar ninguna, entrarán a formar parte de ese
“VACÍO ESPIRITUAL” tan frecuente hoy en día.
Se acaba la edad propicia para que hagan suyas las creencias
en Dios, para conocer bastante en profundidad la doctrina de la Iglesia, para
continuar las prácticas de piedad por amor, sin rutina y acercarse con
frecuencia a la confesión y a la Eucaristía y para que el amor a Dios sea una
consecuencia LIBRE de sus creencias.
No olvidemos que la formación religiosa de los hijos
corresponde a la responsabilidad directa de los padres. MGE
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