martes, 26 de febrero de 2019

Diez cuestiones de salud que la OMS abordará este año

El mundo se enfrenta a múltiples problemas de salud. Estos van desde brotes de enfermedades prevenibles mediante vacunación, como el sarampión y la difteria, el aumento de los casos de patógenos farmacorresistentes y las crecientes tasas de obesidad e inactividad física hasta los efectos en la salud de la contaminación ambiental y el cambio climático y las múltiples crisis humanitarias. 
Para hacer frente a estas y otras amenazas, la Organización Mundial de la Salud ha puesto en marcha en 2019 su nuevo plan estratégico quinquenal: el 13º Programa General de Trabajo. Este plan se centra en la meta de los 3 mil millones: garantizar que 1.000 millones más de personas tengan acceso a la cobertura sanitaria universal, que 1.000 millones más de personas estén protegidas frente a las emergencias sanitarias y que 1.000 millones más de personas disfruten de una mejor salud y bienestar. Para alcanzar este objetivo será necesario abordar las amenazas para la salud desde diversos ángulos. 
A continuación se esbozan 10 de las cuestiones que requerirán la atención de la OMS y de sus asociados en el ámbito de la salud en 2019. 
Contaminación del aire y cambio climático
Nueve de cada diez personas respiran aire contaminado todos los días. En 2019, la OMS considera que la contaminación del aire es el mayor riesgo ambiental para la salud. Los contaminantes microscópicos presentes en el aire pueden penetrar en los aparatos respiratorio y circulatorio y dañar los pulmones, el corazón y el cerebro. 
La contaminación del aire mata a unos 7 millones de personas prematuramente cada año a causa de enfermedades como el cáncer, ACV, cardiopatías y neumopatías. 
Alrededor del 90% de estas muertes se producen en países de ingresos bajos y medianos, que presentan altos volúmenes de emisiones procedentes de la industria, el transporte y la agricultura, así como de la utilización de cocinas y combustibles sucios en los hogares. 
La causa principal de la contaminación del aire (la quema de combustibles fósiles) es también uno de los principales factores que provocan el cambio climático, el cual afecta a la salud de las personas de diferentes maneras. Entre 2030 y 2050, se espera que el cambio climático cause 250.000 muertes adicionales al año debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico. 
En octubre de 2018, la OMS celebró en Ginebra su primera Conferencia Mundial sobre Contaminación del Aire y Salud. Los países y organizaciones adquirieron más de 70 compromisos para mejorar la calidad del aire. Este año, la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Clima, que se celebrará en septiembre, tendrá por objeto fortalecer la acción y las iniciativas relacionadas con el clima en todo el mundo. Aunque se cumplan todos los compromisos contraídos por los países en el marco del Acuerdo de París, el mundo sigue corriendo el peligro de calentarse más de 3° C en este siglo. 
Enfermedades no transmisibles
Las enfermedades no transmisibles, como la diabetes, el cáncer y las cardiopatías, son colectivamente responsables de más del 70% de todas las muertes en el mundo, es decir, de la muerte de 41 millones de personas. Esto incluye a 15 millones de personas que mueren prematuramente entre los 30 y 69 años. 
Más del 85% de estas muertes prematuras se producen en países de ingresos bajos y medianos. El aumento de estas enfermedades se ha visto impulsado por cinco factores de riesgo principales: el consumo de tabaco, la inactividad física, el consumo nocivo de alcohol, las dietas poco saludables y la contaminación del aire. Estos factores de riesgo también exacerban los problemas de salud mental, que pueden manifestarse a una edad temprana: la mitad de todas las enfermedades mentales comienzan a la edad de 14 años, pero la mayoría de los casos no son detectados ni tratados. Cabe señalar que el suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años. 
Entre otras muchas cosas, este año la OMS trabajará con los gobiernos para ayudarles a alcanzar la meta mundial de reducir la inactividad física en un 15% para 2030 a través de intervenciones tales como aplicar el conjunto de herramientas normativas ACTIVE para ayudar a que más personas se mantengan activas cada día. 
Pandemia mundial de gripe
El mundo se enfrentará a otra pandemia de gripe: lo único que no sabemos es cuándo se producirá y cuán grave será. Las defensas mundiales son tan eficaces como el eslabón más débil del sistema de preparación y respuesta ante emergencias sanitarias de cualquier país. La OMS vigila constantemente la circulación de los virus gripales para detectar posibles cepas pandémicas: 153 instituciones de 114 países participan en la vigilancia y la respuesta mundiales. Cada año, la OMS recomienda qué cepas deben incluirse en la vacuna antigripal para proteger a las personas frente la gripe estacional. 
En caso de que una nueva cepa de gripe sea potencialmente pandémica, la OMS ha establecido una alianza única con los actores principales para garantizar un acceso efectivo y equitativo a las pruebas diagnósticas, las vacunas y los (tratamientos) antivíricos, especialmente en los países en desarrollo. 
Entornos frágiles y vulnerables
Más de 1600 millones de personas (el 22% de la población mundial) viven en lugares donde las crisis prolongadas (debido a una combinación de problemas como sequías, el hambre, los conflictos y el desplazamiento de población) y la debilidad de los servicios de salud las dejan sin acceso a la atención básica. 
En casi todas las regiones del mundo existen entornos frágiles, y es en ellas donde sigue sin cumplirse la mitad de las metas clave de los objetivos de desarrollo sostenible, incluidas las relativas a la salud maternoinfantil. 
La OMS seguirá trabajando en estos países para fortalecer los sistemas de salud a fin de que estén mejor preparados para detectar los brotes y responder a ellos, así como para prestar servicios de salud de alta calidad, en particular en materia de inmunización.
Resistencia a los antimicrobianos
El desarrollo de antibióticos, antivíricos y antipalúdicos son algunos de los mayores éxitos de la medicina moderna. Actualmente, la eficacia de estos medicamentos está mermando. La resistencia a los antimicrobianos, esto es, la capacidad de las bacterias, parásitos, virus y hongos para resistir estos medicamentos, amenaza con devolvernos a una época en la que no podíamos tratar fácilmente infecciones como la neumonía, la tuberculosis, la gonorrea y la salmonelosis. La incapacidad para prevenir infecciones podría comprometer seriamente la cirugía y algunos procedimientos como la quimioterapia. 
La resistencia a los antituberculosos es un enorme obstáculo para combatir una enfermedad que provoca que alrededor de 10 millones de personas enfermen y 1,6 millones mueran cada año. En 2017, alrededor de 600.000 casos de tuberculosis eran resistentes a la rifampicina -el medicamento de primera línea más eficaz- y el 82% de estas personas tenían tuberculosis multirresistente. 
La farmacorresistencia se debe al uso excesivo de antimicrobianos en las personas, pero también en los animales, especialmente en los utilizados para la producción de alimentos, así como en el medio ambiente. La OMS está trabajando con estos sectores para aplicar un plan de acción mundial con el fin de hacer frente a la resistencia a los antimicrobianos mediante el aumento de la concienciación y los conocimientos, la reducción de las infecciones y el fomento del uso prudente de los antimicrobianos. 
El virus del Ébola y otros patógenos que suponen una amenaza elevada
En 2018, en la República Democrática del Congo se produjeron dos brotes distintos de Ébola que se extendieron a ciudades de más de un millón de habitantes. Una de las provincias afectadas se encuentra también en una zona de conflicto activo. Esto demuestra la importancia crítica del contexto en el que se produce una epidemia de un patógeno que supone una amenaza elevada como el virus de Ébola: lo que ocurrió en el pasado con los brotes acaecidos en entornos rurales no siempre se aplica a áreas urbanas densamente pobladas o a áreas afectadas por conflictos. 
En una conferencia sobre preparación para emergencias de salud pública celebrada el pasado mes de diciembre, los participantes de los sectores de la salud pública, la sanidad animal, el transporte y el turismo se centraron en los crecientes desafíos que plantea la lucha contra los brotes y las emergencias sanitarias en las zonas urbanas. Hicieron un llamamiento para que la OMS y sus asociados designaran el 2019 como «Año de acción en materia de preparación frente a emergencias sanitarias». 
En el Plan de I+D de la OMS se identifican las enfermedades y los patógenos para los cuales, a pesar de que pueden causar una emergencia de salud pública, no existen tratamientos y vacunas eficaces. Esta lista de vigilancia para las actividades prioritarias de investigación y desarrollo incluye el Ébola, otras fiebres hemorrágicas, la enfermedad por el virus de Zika, la enfermedad por el virus de Nipah, el síndrome respiratorio de Oriente Medio por coronavirus (MERS-CoV), el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) y la enfermedad X, que representa la necesidad de prepararse frente a un patógeno desconocido que podría causar una epidemia grave. 
Atención primaria de salud deficiente
La atención primaria de la salud suele ser el primer punto de contacto de las personas con su sistema sanitario, y lo ideal sería que fuese una atención integral, asequible y basada en la comunidad a lo largo de toda la vida. 
La atención primaria de la salud puede satisfacer la mayoría de las necesidades de salud de una persona a lo largo de su vida. Se necesitan sistemas sanitarios con una sólida atención primaria de la salud para lograr la cobertura sanitaria universal. 
Sin embargo, muchos países no cuentan con establecimientos adecuados de atención primaria de la salud. Ello puede deberse a la falta de recursos en los países de ingresos bajos o medianos, pero posiblemente también a que en los últimos decenios los esfuerzos se han centrado en programas relativos a una sola enfermedad. 
En octubre de 2018, la OMS coorganizó una importante conferencia mundial en Astaná (Kazajstán), en la que todos los países se comprometieron a renovar el compromiso con la atención primaria de la salud, asumido en la Declaración de Alma-Ata de 1978. 
En 2019, la OMS colaborará con sus asociados para revitalizar y fortalecer la atención primaria de la salud en los países y dar seguimiento a los compromisos específicos contraídos en el marco de la Declaración de Astaná. 
Renuencia a la vacunación
La renuencia a vacunarse, esto es, la reticencia o la negativa a vacunarse a pesar de la disponibilidad de vacunas, amenaza con revertir los progresos realizados en la lucha contra las enfermedades prevenibles mediante vacunación. La vacunación es una de las formas más costoeficaces de evitar enfermedades: actualmente previene de 2 a 3 millones de muertes al año, y otros 1,5 millones de muertes podrían evitarse si se mejorara la cobertura mundial de las vacunas. 
Los casos de sarampión, por ejemplo, han experimentado un aumento del 30% a nivel mundial. Las razones de este aumento son complejas, y no todos los casos se deben a la renuencia a vacunarse. Sin embargo, algunos países que estaban cerca de eliminar la enfermedad han experimentado un resurgimiento. 
Las razones por las que las personas deciden no vacunarse son complejas; un grupo asesor de la OMS sobre vacunas identificó la complacencia, los inconvenientes para acceder a las vacunas y la falta de confianza como razones clave. Los trabajadores sanitarios, especialmente los de las comunidades, siguen siendo los asesores e influyentes más confiables en las decisiones relativas a la vacunación, y la OMS los apoya para que proporcionen información fidedigna y creíble sobre las vacunas. 
En 2019, la OMS intensificará su labor para eliminar el cáncer cervicouterino en todo el mundo aumentando la cobertura de la vacuna contra el VPH, entre otros servicios. El 2019 puede ser también el año en que se detenga la transmisión de poliovirus salvajes en el Afganistán y el Pakistán. El año pasado se notificaron menos de 30 casos en ambos países. La OMS y sus asociados se han comprometido a apoyar a estos países para que vacunen hasta el último niño y erradiquen definitivamente esta enfermedad paralizante. 
Dengue
El dengue, una enfermedad transmitida por mosquitos que provoca síntomas similares a los de la gripe y que puede ser letal (mata hasta el 20% de los casos graves) ha sido una amenaza creciente durante decenios. Un gran número de casos se producen en países como Bangladesh y la India durante las estaciones lluviosas, que actualmente se están alargando significativamente (en 2018 Bangladesh registró el mayor número de muertes en casi dos decenios), y la enfermedad se está extendiendo a países menos tropicales y más templados, como el Nepal, en los que hasta ahora no estaba presente. 
Se calcula que el 40% del mundo corre el riesgo de contraer el dengue, y se producen alrededor de 390 millones de infecciones al año. La estrategia de la OMS para el control del dengue tiene como objetivo reducir las muertes en un 50% para el año 2020. 
VIH
Los progresos realizados en la lucha contra el VIH han sido enormes en lo que se refiere al número de personas a las que se realizan pruebas, el suministro de antirretrovíricos (22 millones de personas están en tratamiento) y el acceso a medidas preventivas como la profilaxis previa a la exposición, que es cuando las personas en riesgo de infectarse por el VIH toman antirretrovíricos para prevenir la infección. 
Sin embargo, la epidemia sigue propagándose: cada año casi un millón de personas mueren a causa del VIH/Sida. Desde el comienzo de la epidemia, más de 70 millones de personas han contraído la infección y alrededor de 35 millones han muerto. 
Actualmente, alrededor de 37 millones de personas en todo el mundo viven con el VIH. Es sumamente difícil llegar a personas como trabajadores sexuales, personas en prisión, hombres que tienen relaciones sexuales con hombres o personas transgénero. A menudo estos grupos quedan excluidos de los servicios de salud. 
Un grupo cada vez más afectado por el VIH son las adolescentes y las mujeres jóvenes (de 15 a 24 años), que corren un riesgo especialmente alto y representan una de cada cuatro infecciones por el VIH en el África subsahariana, a pesar de ser solo el 10% de la población. 
Este año, la OMS colaborará con los países para apoyar la introducción de pruebas realizadas por los propios interesados, de modo que un mayor número de personas que viven con el VIH conozcan su estado serológico y puedan recibir tratamiento (o medidas preventivas en caso de que el resultado de la prueba sea negativo). 
Una actividad consistirá en poner en práctica las nuevas orientaciones anunciadas en diciembre de 2018 por la OMS y la Organización Internacional del Trabajo para ayudar a las empresas y organizaciones a ofrecer pruebas de detección del VIH realizadas por los propios interesados en el lugar de trabajo. BP

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