Martirologio Romano: En Sirolo, Ancona (Italia), beato Pedro de Treia, presbítero de la
Orden de Frailes Menores, quien armonizó en su vida su natural tendencia a la
contemplación con una intensa actividad apostólica († 1304).
Fecha de beatificación: Culto aprobado el 11 de septiembre
de 1793 por el Papa Pío VI.
En Treia, antiguo municipio romano, en la Provincia
de Macerata, hacia 1225, nació otro de los santos franciscanos que poblaron una
época los campos de Italia, sobre todo la región de las Marcas.
Aunque las virtudes son siempre las mismas, la
personalidad de estos personajes medievales franciscanos siempre es diversa e
interesante, y constituyen un vasto florilegio de tipos humanos y fisonomías
espirituales. El beato Pedro de Treia representa el tipo del contemplativo,
cuya mayor gloria está en sus conquistas ascéticas. También fue religioso
activo, sobre todo en el ministerio de la palabra, como predicador
irresistible. Las Florecillas lo califican como “estrella brillante en la
provincia de la Marca y hombre celestial”. Y el martirologio franciscano dice
de él que fue “célebre por su santidad y su predicación, insigne por su
devoción y sus milagros”. Por algún tiempo participó del movimiento religioso
de la Congregación Celestina, pero no adhirió a la corriente secesionista de
los “herejes fratricelos”.
Muy joven entró en la Orden, deseoso de imitar las
virtudes de San Francisco, seguía sus pisadas inclusive materialmente,
permaneciendo por largo tiempo en el monte Alvernia, opción que presentaba un
claro signo, por cuanto fue el Calvario místico de San Francisco, que allí
había recibido las Llagas, y sobre esas rocas se dedicó, más que a la enseñanza
y a la predicación, a la meditación y a la ascesis, entre éxtasis y visiones.
Pedro fue también apóstol de la predicación,
recorrió la región de las Marcas fascinando con su sagrada elocuencia a las
multitudes. Tuvo el don de conmover a los pecadores, que mediante una buena
confesión, arrepentidos, eran por él conducidos a Dios.
Son famosos sus éxtasis y visiones. En Ancona el
superior del convento lo encontró en la iglesia en oración, elevado de la
tierra. Más tarde, en el convento de Forano, fue Pedro quien observó una escena
admirable en la cual la Santísima Virgen colocaba afectuosamente el niño Jesús
en manos del cohermano Conrado de Ofida. Pedro de Treia y Conrado de Ofida,
ambos de las Marcas, ambos franciscanos, ambos honrados como beatos, no
solamente fueron cohermanos y compañeros de apostolado, sino también verdaderos
compañeros de alma, cuya santidad procedía por caminos iguales, y se alentaban
mutuamente en una santa emulación. Vivió en los conventos de San Francisco de
Ancona, en Forano y en Sirolo. Pedro murió el 20 de febrero de 1304, en el
convento de Sirolo, a los 79 años de edad. Sus restos reposan en la iglesia del
Rosario de Sirolo (AN).
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