Reclusas, 28
de Febrero
Martirologio Romano: Conmemoración
de las santas Marana y Cira, vírgenes, que en Berea, Siria, viviendo en un
lugar estrecho y cerrado sin techo, recibían el alimento necesario por una
ventana y guardaban siempre silencio (†
c.440).
Todo lo que sabemos de las santas proviene de la
«Historia Religiosa» de Teodoreto de Ciro, quien las conoció personalmente. En
esa obra, el obispo e historiador eclesiástico nos traslada ejemplos de lo que
fue un vastísimo movimiento ascético monástico en Siria, del que nuestras dos
santas formaron parte. Según el autor, aunque eran de cuna acomodada, y habían recibido
una formación acorde a su condición, es decir, a pesar de que habían sido
preparadas para vivir en el mundo, las dos decidieron dejarlo todo para unirse
a la vida penitencial que llevaban algunos hombres y mujeres de la región.
Abrazaron la vida eremítica en Berea, Alepo, Siria,
se dice que observaban un total silencio durante todo el año excepto en el
Domingo de Pentecostés. Así resume el historiador Teodoreto su vida: se
encerraron en un pequeño local de la ciudad haciéndose tapiar la puerta. Como
desearan algunas de sus domésticas imitarles en este género de vida, hicieron
construir para ellas una pequeña casa junto al eremitorio; observaban su vida
por una pequeña ventana y les animaban a hacer frecuente oración y les
inflamaban en el amor de Dios. Por una ventana recibían cuanto necesitaban, y
hablaban con las mujeres que iban a visitarlas sólo durante el tiempo de la
cincuentena pascual; transcurrían el resto del año en continuo silencio; esto
se refiere a Marana, porque Cira no pronunciaba palabra. Teodoreto alaba la
bravura de estas mujeres en el combate espiritual señalando que su fortaleza
sobrepujaba a la de los varones, reputados normalmente como más fuertes.
Vestían tan solo una túnica, y dedicaban su día a la oración.
De todos esos años, algunos los pasaron cargadas de
cadenas, tanto que Cira, de complexión más débil, no podía mantenerse erguida.
Cuando Teodoreto escribía esto habían pasado ya 41 años de voluntaria
reclusión. Una sola vez salieron de su estrecha celda: fue para realizar una
peregrinación a los santos lugares, y visitar la iglesia de Santa Tecla. Una
vez que lo hubieron hecho, inflamadas de caridad, volvieron a su encierro.
Murieron hacia el año 440, y se le atribuyen multitud de milagros.
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