Mártir, 25
de Agosto
Martirologio Romano: En Shimabara, Japón, beatos mártires Miguel Carvalho, de la Compañía
de Jesús; Pedro Vázquez, de la Orden de Predicadores; Luis Sotelo y Luis
Sasanda, presbíteros, y Luis Baba, religioso de la Orden de los Hermanos
Menores, que fueron quemados vivos a causa de su fe en Cristo (1624).
Fecha de beatificación: por Pío IX el 7 de julio de 1867.
Luis Baba, mártir en el Japón, nació de una familia
japonesa de antigua tradición católica y fue el catequista predilecto de Fray
Luis Sotelo, franciscano. Por su celo y sus capacidades catequísticas fue
escogido por él como compañero de misión en los muchos y largos viajes, una
experiencia que lo confirmó siempre más en su propósito de prodigarse para el
servicio de la fe. De regreso de España visitó a México y luego llegó a las islas
Filipinas.
La última parte del viaje de Manila a Nagasaki se realizó en un junco de japoneses, los cuales, temiendo comprometerse por haber transportado al país misioneros (era el tiempo de la dura persecución), los entregaron sin más a las autoridades, que los arrestaron y en 1622 los enviaron a Omura, donde el catequista Luis vio realizarse su antiguo deseo de ser admitido a la Tercera Orden de San Francisco y vestir su hábito.
La última parte del viaje de Manila a Nagasaki se realizó en un junco de japoneses, los cuales, temiendo comprometerse por haber transportado al país misioneros (era el tiempo de la dura persecución), los entregaron sin más a las autoridades, que los arrestaron y en 1622 los enviaron a Omura, donde el catequista Luis vio realizarse su antiguo deseo de ser admitido a la Tercera Orden de San Francisco y vestir su hábito.
La mañana del 25 de agosto de 1624 el gobernador de
Omura notificó a Luis Baba y a otros cuatro prisioneros la sentencia que los
condenaba al suplicio del fuego. Ante esta noticia el ánimo de ellos se sintió
pleno de gozo y juntos dieron gracias a Dios. Antes de ser conducidos al
suplicio, el gobernador los sometió a un interrogatorio preguntándoles sus
nombres y su especialidad. Por todos respondió el Beato Luis Sotelo: estos dos
padres pertenecen uno a la Orden de Santo Domingo y el otro a la compañía de
Jesús y se llaman Pedro Vásquez y Miguel Carvalho. De estos dos japoneses, uno
es sacerdote y religioso de mi Orden, el otro, Luis Baba, antes era catequista,
y yo en la prisión lo recibí en la Orden de la Penitencia de San Francisco.
Todos nosotros predicamos la fe en Jesucristo y estamos prontos a morir en
testimonio de esta fe.
El gobernador tomó nota de esta declaración y los
santos confesores de la fe fueron conducidos al lugar de la ejecución cerca de
Omura donde habían muerto mártires también el Beato Apolinar Franco y sus
compañeros. A lo largo del viaje no cesaron de predicar a Jesucristo. Al llegar
al lugar establecido fueron atados a los postes y se encendieron las hogueras.
El mártir Luis Baba, sintiendo aflojarse los lazos que lo mantenían atado pasó
entre las llamas y se arrodilló delante del Beato Luis Sotelo para recibir su
última bendición, luego regresó tranquilamente a su poste y esperó allí la
muerte sonriente.
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