Religiosas
mártires, 20 de Noviembre
Martirologio Romano: Cerca de Valencia en España, beatas Ángeles
de San José Lloret Martí y catorce compañeras, vírgenes y mártires: superiora
general la primera, religiosas de la Congregación de la Doctrina Cristiana las
otras, sufrieron el martirio por la fe en Cristo en la persecución contra la
Iglesia durante la guerra civil († 1936).
Fecha de beatificación: 1 de octubre de 1995 por S.S. Juan Pablo II.
Ángeles Lloret Martí y sus compañeras del Instituto
de las Hermanas de la Doctrina Cristiana, congregación fundada por Micaela
Grau, fueron asesinadas en Valencia en 1936. Habían dedicado sus vidas a la
enseñanza de los niños, de los obreros y de los campesinos analfabetos
En la ruptura del diálogo social y la confusión y
crispación ambiental que caracterizó especialmente la tercera década del siglo
XX, las siervas de Dios se vieron en el reto de dar testimonio de la fe desde
su condición de religiosas evangelizadoras.
Habían seguido a Cristo pobre en el «ser uno de
tantos», viviendo en las mismas condiciones que los pobres del pueblo, pasando
necesidad económica con frecuencia y trabajando duro por aliviar las penas de
los necesitados.
Su amor, abierto a todos, fue concreto: «Dulzura en
las palabras, mansedumbre en el trato, buenas formas siempre. Sea la amabilidad
el sello que las caracterice ‑decía madre Ángeles‑ y hallen siempre en
nosotras, los pobres y los desgraciados, el corazón tierno y compasivo de una
madre cariñosa y solícita».
Cuando el 19 de Julio de 1936, tuvieron que
abandonar la casa general, la madre Ángeles Lloret Martí y sus consejeras,
madres Sufragio y María de Montserrat, junto con varias hermanas ancianas que
vivían con ellas y otras que llegaron de diversas comunidades y que, por
distintas circunstancias, no pudieron reunirse con sus familiares,
constituyeron una única comunidad.
El 20 de noviembre un microbús fue a recogerlas a
la calle Maestro Chapí, n‑ 7, de Valencia para su último viaje. Desconocían el
destino, pero lo sospechaban. Salieron de casa animándose, rezando y
perdonando. Madre Ángeles había alertado ya a sus compañeras para el momento
supremo: «Todos los males y los bienes están pesados, medidos y contados por
quien puede servirse de ellos para nuestro bien». «Ni nos pondrá más carga que
la que podamos sobrellevar, ni nos dejará llevar solas el peso de la
tribulación». «Ayudémonos mutuamente en los angustiosos momentos que
atravesamos y, sí es voluntad del que todo lo puede, que no nos volvamos a ver
acá abajo, que nos unamos en abrazo eterno en el cielo»
La fe, la esperanza y el amor que Dios había puesto
en la madre Ángeles y en sus compañeras el día de su bautismo, habían crecido y
dado fruto según los talentos que cada una había recibido. Por eso, en aquel
anochecer del 20 de noviembre de 1936, además de las ásperas órdenes del
pelotón, oyeron la voz amorosa del Padre que les decía: «Entra en el gozo de tu
Señor».
La madre Sufragio, última en morir, recogiendo el
sentir comunitario, dio el último grito glorificando a Dios y diciendo: «Viva
Cristo Rey». Fue la última «buena noticia» que daba al mundo en tinieblas,
desde los primeros destellos de la luz del reino. Las balas acallaron sus
labios, pero, desde entonces, su muerte grita para siempre la fuerza del
Evangelio. Sus cuerpos cayeron al suelo en el picadero de Paterna, Valencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario