El camino hacia la pérdida de peso es uno de los
viajes más arduos que puedes realizar. Está lleno de antojos, cambios en la
dieta y entrenamientos intensos. Para empezar, puedes ver algunos resultados
rápidos a medida que el cuerpo elimina algo de su exceso de peso rápidamente,
pero luego puedes llegar a una meseta y descubrir que perder peso más allá de
ese punto es extremadamente difícil. ¿Por qué pasa eso?
1. Estás viendo la métrica incorrecta
Muchas personas parecen tener la impresión de que
nuestro peso consiste en toda esa grasa que queremos quemar, pero eso está muy
lejos de la verdad, ya que el agua ocupa gran parte de nuestro peso, al igual
que el tejido muscular. Al hacer ejercicio regularmente, es posible que tu peso
cambie muy poco, si es que lo hace, pero eso no significa que no estés quemando
grasa. Más bien, lo que esto significa es que está convirtiendo todo ese peso
de grasa flácida en una masa muscular más compacta. Por estas razones, usar el
peso como una herramienta para medir la pérdida de grasa podría presentar una
imagen falsa. Si deseas una mejor métrica para sus esfuerzos para quemar grasa,
debes medir la circunferencia de la cintura.
2. Necesitas aumentar la dificultad de tu entrenamiento
Una de las razones por las que podrías haber
alcanzado una meseta es que tu régimen de entrenamiento actual ya no es lo
suficientemente difícil para ti. Si te estás enfocando en cardio, intenta
alargar tu ejercicio o agregar resistencia o inclinación, si estás usando una
máquina de ejercicios como una cinta de correr o una máquina elíptica. Si estás
haciendo entrenamiento de resistencia, agrega más pesas, repeticiones o
técnicas más difíciles.
3. Necesitas más proteínas
La proteína es la parte más importante de cualquier
dieta destinada a transformar el cuerpo. Inhibe las hormonas del apetito, ayuda
al cuerpo a retener la masa muscular mientras quema grasas y promueve un
metabolismo más rápido. Los alimentos populares ricos en proteínas
incluyen:
·
Huevos
·
Almendras
·
Pechuga de pollo (pero ten cuidado con las
líneas blancas)
·
Atún
·
Salmón
·
Casi todas las legumbres
4. Estás comiendo demasiada sal
La sal es una adicción global. Comemos alimentos
ricos en sal porque nos gusta su sabor salado, pero la sal tiene dos formas
nefastas que afecta el peso de nuestro cuerpo. Es posible que hayas escuchado
que comer alimentos salados puede deshidratarte. Bueno, eso está mal, ya que
comer sal en realidad hace que el cuerpo conserve más agua, no menos. Esta es
la razón por la cual las personas deshidratadas a menudo reciben alimentos
salados. La otra cara de esto es que puede hacer que el cuerpo retenga más agua
de la que realmente necesita, lo que puede explicar una gran cantidad de peso
que parece no puedes librarte.
Otra forma en que la sal puede estar saboteando tu
programa de pérdida de peso es haciéndote sentir más hambre. El proceso de
conservación del agua se está agotando en el cuerpo, por lo que te encuentras
comiendo más para satisfacer los requerimientos de energía de tu cuerpo. Y una
vez que dejes de comer esos bocadillos salados, a menudo te encontrarás
buscando equilibrar la sal con un dulce o una bebida.
5. Necesitas dejar el alcohol
La mayoría de las bebidas alcohólicas son altas en
calorías y bajas en valores nutricionales beneficiosos, pero eso no es lo peor
de ellas. El alcohol elimina notablemente el control inhibitorio de uno, que
incluye tu sentido de moderación y fuerza de voluntad. En consecuencia, a
menudo beberás más de un vaso y te encontrarás comiendo pretzels, papas fritas
o nueces mientras tomas bebidas.
Además, varios estudios han demostrado que el
consumo de alcohol deteriora la capacidad del cuerpo para desarrollar masa
muscular después de un entrenamiento. Beber un vaso de vez en cuando puede no arruinar
tu dieta completa, pero tendrás que estar extremadamente atento a la cantidad
que bebes y con qué frecuencia, y no dejar que el alcohol lo dicte por ti.
6. No estás bebiendo suficiente agua
No hace falta ser un genio para saber que el agua
potable es importante, pero no muchos necesariamente saben que puede tener un
efecto beneficioso en tu dieta. Varios estudios sobre el tema han demostrado
que cargar agua antes de las comidas puede hacer que te sientas más lleno, lo
que te permite luchar contra el deseo de limpiar tu plato.
También hay alguna evidencia de que beber más agua
y el agua fría, en particular, aumenta el gasto de energía mientras descansas,
ya que promueve un metabolismo más rápido. JQ
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