Cada 30 de noviembre se celebra el día Internacional de la lucha contra los
trastornos de la conducta alimentaria (TCA) que se identifica bajo el
símbolo de un lazo azul.
Esta propuesta, que tiene lugar de forma anual
desde hace varios años, pretende
visibilizar la importancia de la prevención y detección precoz de este tipo de
alteraciones alimentarias y huir de la estigmatización y el exceso de
juicios sociales que, de forma frecuente, rodean a este tipo de enfermedades.
Los trastornos de la conducta alimentaria son alteraciones y desórdenes mentales que
afectan a la ingesta y al peso de la persona que los padece. Pero, más
allá de estos síntomas más aparentes, se esconden dificultades psicológicas
graves y complejas que repercuten en el funcionamiento normal de la vida diaria
de la persona enferma.
Algunas de estas dificultades psicológicas son:
- Baja autoestima
- Perfeccionismo y alta auto-exigencia
- Falta de recursos para regular sus emociones (dificultades de gestión
emocional)
El número de casos que padecen un trastorno de la
conducta alimentaria se estima que ha evolucionado a cifras entre el 4-6% de la población entre 10 y 25
años. De cada 10 afectados, 9 son chicas.
La anorexia y la bulimia
nerviosa son los dos tipos de problemas alimentarios más conocidos y frecuentes, en especial en la población adolescente y juvenil, donde
su aparición cada vez se produce a edades más tempranas. Esto no quita para que haya nuevos trastornos
de la conducta alimentaria que pueden afectar a la salud de la persona
que lo sufre.
“Existe el mito de que los problemas con la
alimentación no se suelen curar, pero en esta afirmación hay muy poca verdad,
por fortuna, ya que el 80% de los casos
diagnosticados de trastorno alimentario se recuperan en su totalidad y
sólo una minoría de ellos se convierte en una patología crónica,
aproximadamente un 20%”, explica Andrea Arroyo, especialista en psicología de
la Salud y la nutrición.
La experta indica que por este motivo, reconocer
esta fecha concreta a nivel internacional supone también una puerta a la
esperanza de que, si existe un problema
con la alimentación, se tenga muy presente que también existe la solución y la
curación. La lucha contra el sufrimiento de quienes los padecen pone de
relieve la importancia de pedir ayuda como el primer paso para superar el
problema.
“En la lucha contra los trastornos de la conducta
alimentaria hay que estar muy pendiente de las redes sociales. La relación entre
trastornos de la conducta alimentaria y las redes sociales se ha vuelto
indisoluble. Muchas personas buscan en redes sociales otras personas que sufran
su trastorno alimenticio”, agregó Arroyo, psicóloga y nutricionista consultora
en Advance Medical.
“El modelo
social actual de belleza impone un cuerpo cada vez más delgado, cuya
estética no coincide, en la mayoría de los casos, con un patrón saludable. Hoy
en día, las redes sociales constituyen una galería de imágenes femeninas y
masculinas, de personajes famosos como modelos, actrices, o personas que han
logrado bajar de peso y hoy se dedican a dar indicaciones a sus seguidores
acerca de sus métodos, todas ellas, personas con figuras excesivamente
delgadas, cuyos posteos van acompañados de múltiples dietas, productos o
soluciones para adelgazar”, indicó la licenciada en Nutrición, Romina Krauss.
Según la especialista, la población, en lugar de preocuparse de ver si su alimentación es
equilibrada y saludable, se dedica a hablar sobre lo que “engorda” o “deja de
engordar”. Y, lo más grave de esto es que los receptores de estos
mensajes sobre ideales de belleza, son en la mayoría de los casos, adolescentes
y jóvenes, que, ante la vulnerabilidad sobre su imagen corporal, pueden caer en
obsesiones respecto a sus cuerpos y la alimentación, llegando, incluso, a los
trastornos como la anorexia o bulimia.
“Los factores causantes de los trastornos de
comportamiento alimentarios son una combinación de elementos psicológicos (influencias familiares y conflictos
psíquicos) y sociales (influencias
de sus pares y expectativas sociales). Afecta mayormente a mujeres, con una
proporción de 9 mujeres por 1 hombre. No obstante, cada vez se observan más
casos de hombres afectados con dichos trastornos”, agregó Krauss.
Los trastornos alimentarios más comunes:
- Anorexia: se caracteriza por el rechazo del paciente a los alimentos en general, más aún a
aquellos ricos en hidratos de carbono y grasas, miedo obsesivo a aumentar de
peso y distorsión de su imagen corporal (se ven “gordos”, a pesar de estar muy
delgados). Es el trastorno alimentario
más frecuente, que causa muchos problemas de salud, como debilidad,
trastornos del sueño, falta de menstruación en mujeres, irritabilidad, anemias,
deficiencias de vitaminas y minerales, incluso puede provocar la muerte si no
se trata.
- Bulimia: puede presentarse en episodios de atracones con vómitos posteriores a la
ingesta, ayunos prolongados, consumo de laxantes y diuréticos. También
puede provocar muchas deficiencias nutricionales y alteraciones metabólicas con
graves consecuencias para la salud.
- Ortorexia: es otro
trastorno de conducta alimentaria que es la obsesión por comer de manera saludable. La preocupación patológica
por la comida sana lleva a consumir exclusivamente alimentos procedentes de la
agricultura ecológica, es decir, que estén libres de componentes transgénicos,
sustancias artificiales, pesticidas o herbicidas, además de aquellas sustancias
que hayan sufrido alguna clase de “condena o superstición”. Esta práctica puede
conducir muchas veces a que se supriman
la carne, la grasa y algunos grupos de alimentos que, en ocasiones, no
se reemplazan correctamente por otros que puedan aportarle los mismos complementos nutricionales.
- Vigorexia: es la alteración de la conducta alimentaria en la
cual se busca en la selectividad
alimentaria conseguir un físico musculoso, atlético que guste en el caso
del hombre a las mujeres, para lo cual llegan a modificar de tal manera su
alimentación que puede ser la antesala de un trastorno alimentario. Esta
patología es también denominada el complejo de adonis y estos pacientes suelen
utilizar anabólicos u otros componentes sin indicación médica.
- Pregorexia: afecta a las mujeres embarazadas se dan en la futura madre obsesionada
con no engordar. Lo que no sabe es que puede ver comprometida la posibilidad de
utilizar la lactancia materna como forma de alimentación de su bebé, además de problemas nutricionales y de crecimiento del
feto. En el abordaje de este tipo de trastornos es básica tanto la
intervención de profesionales especializados como la implicación de familiares
y entorno para su recuperación. Puede parecer que una dieta equilibrada
solucionará el problema, pero estar siempre a dieta es también un trastorno de
la conducta alimentaria.
- Atracón: estos trastornos se manifiestan con la presencia
de continuos episodios de comer en los
que se ingiere una gran cantidad de alimentos asociada a la sensación de
pérdida de control. No presentan conductas compensatorias eficaces.
Habitualmente conduce al sobrepeso u obesidad.
Los efectos de los atracones son la gratificación
inmediata (reducción de la inquietud y sensación de euforia), malestares
físicos (dolores abdominales, somnolencia, sensación de pesadez, etc.),
sentimiento de culpa ante la pérdida de control, descenso de la autoestima,
estado de ánimo deprimido, profundo malestar al recordar el atracón, probable
la aparición de nuevos atracones para conseguir reducir –sólo momentáneamente-
el malestar y autodiscriminación social.
“La moda actual es la de ‘eliminar las
harinas’ de la dieta, abusar del consumo de proteínas, provenientes de
alimentos, pero mayormente de suplementos (polvos), eliminar muchos alimentos
de consumo habitual, todos los dulces, aceites, cereales, incluso los lácteos o
hasta ciertas frutas, por considerarlas ‘altas en azucares’. Desde el punto de
vista nutricional esto es un error gravísimo y sin base científica, ya que una
alimentación saludable debe ser variada, incluyendo todos los alimentos, y
equilibrada, es decir, controlando sus cantidades según su aporte nutricional”,
precisó Krauss.
Y agregó: “Esto ocurre debido a que estos
personajes ‘guías’ o ‘modelos’ no son profesionales especializados en salud y
nutrición, por lo cual es imposible que puedan dar recomendaciones lógicas y
basadas en los lineamientos nutricionales, además, no consideran las
características individuales de cada persona, es decir, si tiene un problema de
salud, su situación económica, sus gustos, sus antecedentes familiares,
actividades diarias, y tantos otros aspectos que son necesarios tenerlos en
cuenta”.
Por último destacó: “Tengamos cuidado y prestemos
atención, sobre todo a los niños y adolescentes que viven manejando redes
sociales y reciben esta información que puede resultar muy dañina”. VI
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