El
sarampión es una infección viral, que afecta principalmente a los niños. Se
puede prevenir con una vacuna que se utiliza desde 1963. Gracias a la
inmunización, los casos se han reducido en un 80% a nivel mundial desde la
década de los 80. Sin embargo, no ha logrado erradicarse: la enfermedad todavía
causa unas 100,000 muertes anuales, la mayoría en menores de 5 años.
En
Latinoamérica, en 2020, la mayoría de los países registraron casos de
sarampión, con brotes en Brasil, Argentina y Uruguay. En los Estados
Unidos, la infección no se ha diseminado de manera local en décadas, pero sí ha
habido brotes, causados por viajeros infectados, en su mayoría no vacunados.
El
sarampión sigue siendo frecuente en muchos países en desarrollo, sobre todo en
algunas zonas de África, y Asia. La abrumadora mayoría (más del 95%) de las
muertes se registran en países con bajos ingresos per cápita e
infraestructura sanitaria deficiente.
Los
brotes de sarampión pueden ser especialmente mortales en países que estén
sufriendo desastres naturales o conflictos, o recuperándose de ellos, explica
la OMS. Los daños a la infraestructura sanitaria y a los servicios de salud
interrumpen la inmunización sistemática, y el hacinamiento en los campamentos
de refugiados y desplazados internos aumenta mucho el riesgo de infección.
Aunque
en el imaginario social se la considera una enfermedad infantil más, el
sarampión puede convertirse en una enfermedad grave y hasta mortal. Según
explican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), no hay
manera de prevenir o saber si la infección seguirá un curso normal, o si
necesitará hospitalización. De hecho:
·
Aproximadamente 1 de cada 5
personas en los EEUU que contrae sarampión será hospitalizada
·
1 de cada 1,000 personas con
sarampión desarrollará inflamación en el cerebro, lo que podría provocar daño
cerebral
·
De 1 a 3 de cada 1,000
personas con sarampión morirán, incluso con la mejor atención
Síntomas
Los síntomas
del sarampión son:
·
fiebre alta (puede aumentar a
más de 40°C),
·
tos,
·
secreción nasal,
·
ojos rojos y llorosos
(conjuntivitis) y
·
sarpullido (aparece de 3 a 5
días después de que comienzan los síntomas).
El
sarpullido es tal vez su signo más característico, porque comparte el resto de
los síntomas con muchas otras enfermedades.
Tratamiento
No
existe ningún tratamiento antiviral específico contra el virus del sarampión,
indica la OMS.
Las
complicaciones graves del sarampión pueden reducirse con un tratamiento de
apoyo que garantice una buena nutrición, una ingesta suficiente de líquidos y
el tratamiento de la deshidratación con las soluciones de rehidratación oral
recomendadas por la OMS (para reponer los líquidos y otros elementos esenciales
que se pierdan con la diarrea o los vómitos). Se deben prescribir antibióticos
para tratar la neumonía y las infecciones de los oídos y los ojos.
Todos
los niños diagnosticados de sarampión deben recibir dos dosis
de suplementos de vitamina A con un intervalo de 24 horas entre
ambas. Este tratamiento es eficaz para restaurar los niveles de vitamina A, que
durante la enfermedad suelen ser bajos incluso en los niños bien nutridos, y
puede ayudar a prevenir las lesiones oculares y la ceguera.
Además,
se ha demostrado que los suplementos de vitamina A también reducen la
mortalidad por sarampión.
Importancia de la vacunación
Según
explican los CDC, el 90% de las personas que se exponen al virus y no están
vacunadas, se contagian. ¿Por qué es tan contagioso? La respuesta la obtuvo un
equipo del Instituto de Salud e Investigación Médica de Francia, que, en un
trabajo publicado en la revista Nature
en 2011, reveló que el virus del sarampión, que se trasmite por vía aérea, a
través de partículas respiratorias, tos y estornudos., es unas 100 veces más
veloz que, por ejemplo, el virus del resfriado común.
Cuando
el virus del sarampión entra en el organismo, se activa un receptor en la
tráquea que, literalmente, le otorga velocidad extrema cuando se despide a
través de un estornudo. Y, además, le permite flotar en el aire por varias
horas.
La
vacuna contra el sarampión fue desarrollada, y patentada en 1963 por el
científico estadounidense J. F. Enders. Y ofrece una protección contra el virus
de por vida.
Desafortunadamente,
muchas familias piensan que la vacuna puede causar enfermedades como el
autismo, algo que no es cierto y que la ciencia ha desmentido por completo. En
1998, un estudio del británico Andrew Wakefield, avaló esa asociación, pero
luego se comprobó que esa investigación había sido una mentira: Wakefield había
alterado datos de pacientes para apoyar su teoría.
Ese
fraude científico hizo mucho daño en las mentes de los papás y las mamás. Por
eso, indican los pediatras, es esencial tener una charla franca con los padres
y explicarles que los beneficios de una vacuna superan muchísimo a los posibles
riesgos, y que en ningún caso causan trastornos como el autismo, indica
material del Children's Hospital at
Montefiore, en el Bronx de Nueva York.
La
solución para prevenir el sarampión está a dos dosis de distancia. Hay que
vacunar a los niños contra el sarampión. Y los adultos que no recibieron la
vacuna, también están a tiempo de protegerse.
La
OMS estima que la vacunación contra el sarampión previno entre 2010 y 2017,
21.1 millones de muertes a nivel global. Y los expertos resaltan que la
vacunación no sólo inmuniza de por vida al niño vacunado, sino que una
comunidad de niños vacunados también protege a aquéllos que por razones médicas
—por ejemplo alergias a sustancias específicas o quimioterapia— no pueden
recibir la vacuna. El escudo protector de una vacuna supera a un
individuo. HD
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