lunes, 22 de noviembre de 2021

Qué es el sarampión y por qué se siguen registrando casos…

El sarampión es una infección viral, que afecta principalmente a los niños. Se puede prevenir con una vacuna que se utiliza desde 1963. Gracias a la inmunización, los casos se han reducido en un 80% a nivel mundial desde la década de los 80. Sin embargo, no ha logrado erradicarse: la enfermedad todavía causa unas 100,000 muertes anuales, la mayoría en menores de 5 años. 
En Latinoamérica, en 2020, la mayoría de los países registraron casos de sarampión, con brotes en Brasil, Argentina y Uruguay. En los Estados Unidos, la infección no se ha diseminado de manera local en décadas, pero sí ha habido brotes, causados por viajeros infectados, en su mayoría no vacunados. 
El sarampión sigue siendo frecuente en muchos países en desarrollo, sobre todo en algunas zonas de África, y Asia. La abrumadora mayoría (más del 95%) de las muertes se registran en países con bajos ingresos per cápita e infraestructura sanitaria deficiente. 
Los brotes de sarampión pueden ser especialmente mortales en países que estén sufriendo desastres naturales o conflictos, o recuperándose de ellos, explica la OMS. Los daños a la infraestructura sanitaria y a los servicios de salud interrumpen la inmunización sistemática, y el hacinamiento en los campamentos de refugiados y desplazados internos aumenta mucho el riesgo de infección. 
Aunque en el imaginario social se la considera una enfermedad infantil más, el sarampión puede convertirse en una enfermedad grave y hasta mortal. Según explican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), no hay manera de prevenir o saber si la infección seguirá un curso normal, o si necesitará hospitalización. De hecho: 
·        Aproximadamente 1 de cada 5 personas en los EEUU que contrae sarampión será hospitalizada 
·        1 de cada 1,000 personas con sarampión desarrollará inflamación en el cerebro, lo que podría provocar daño cerebral 
·        De 1 a 3 de cada 1,000 personas con sarampión morirán, incluso con la mejor atención 
Síntomas 
Los síntomas del sarampión son: 
·        fiebre alta (puede aumentar a más de 40°C), 
·        tos, 
·        secreción nasal, 
·        ojos rojos y llorosos (conjuntivitis) y 
·        sarpullido (aparece de 3 a 5 días después de que comienzan los síntomas). 
El sarpullido es tal vez su signo más característico, porque comparte el resto de los síntomas con muchas otras enfermedades. 
Tratamiento 
No existe ningún tratamiento antiviral específico contra el virus del sarampión, indica la OMS. 
Las complicaciones graves del sarampión pueden reducirse con un tratamiento de apoyo que garantice una buena nutrición, una ingesta suficiente de líquidos y el tratamiento de la deshidratación con las soluciones de rehidratación oral recomendadas por la OMS (para reponer los líquidos y otros elementos esenciales que se pierdan con la diarrea o los vómitos). Se deben prescribir antibióticos para tratar la neumonía y las infecciones de los oídos y los ojos. 
Todos los niños diagnosticados de sarampión deben recibir dos dosis de suplementos de vitamina A con un intervalo de 24 horas entre ambas. Este tratamiento es eficaz para restaurar los niveles de vitamina A, que durante la enfermedad suelen ser bajos incluso en los niños bien nutridos, y puede ayudar a prevenir las lesiones oculares y la ceguera.  
Además, se ha demostrado que los suplementos de vitamina A también reducen la mortalidad por sarampión. 
Importancia de la vacunación 
Según explican los CDC, el 90% de las personas que se exponen al virus y no están vacunadas, se contagian. ¿Por qué es tan contagioso? La respuesta la obtuvo un equipo del Instituto de Salud e Investigación Médica de Francia, que, en un trabajo publicado en la revista Nature en 2011, reveló que el virus del sarampión, que se trasmite por vía aérea, a través de partículas respiratorias, tos y estornudos., es unas 100 veces más veloz que, por ejemplo, el virus del resfriado común.  
Cuando el virus del sarampión entra en el organismo, se activa un receptor en la tráquea que, literalmente, le otorga velocidad extrema cuando se despide a través de un estornudo. Y, además, le permite flotar en el aire por varias horas. 
La vacuna contra el sarampión fue desarrollada, y patentada en 1963 por el científico estadounidense J. F. Enders. Y ofrece una protección contra el virus de por vida. 
Desafortunadamente, muchas familias piensan que la vacuna puede causar enfermedades como el autismo, algo que no es cierto y que la ciencia ha desmentido por completo. En 1998, un estudio del británico Andrew Wakefield, avaló esa asociación, pero luego se comprobó que esa investigación había sido una mentira: Wakefield había alterado datos de pacientes para apoyar su teoría. 
Ese fraude científico hizo mucho daño en las mentes de los papás y las mamás. Por eso, indican los pediatras, es esencial tener una charla franca con los padres y explicarles que los beneficios de una vacuna superan muchísimo a los posibles riesgos, y que en ningún caso causan trastornos como el autismo, indica material del Children's Hospital at Montefiore, en el Bronx de Nueva York. 
La solución para prevenir el sarampión está a dos dosis de distancia. Hay que vacunar a los niños contra el sarampión. Y los adultos que no recibieron la vacuna, también están a tiempo de protegerse. 
La OMS estima que la vacunación contra el sarampión previno entre 2010 y 2017, 21.1 millones de muertes a nivel global. Y los expertos resaltan que la vacunación no sólo inmuniza de por vida al niño vacunado, sino que una comunidad de niños vacunados también protege a aquéllos que por razones médicas —por ejemplo alergias a sustancias específicas o quimioterapia— no pueden recibir la vacuna. El escudo protector de una vacuna supera a un individuo. HD

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