Hace 25 años, el Dr. René Favaloro
recomendó beber una copa de vino tinto por día para proteger a las arterias del
efecto devastador de la aterosclerosis. ¿Sigue vigente esta recomendación?
El Dr. Jorge Tartaglione, médico
cardiólogo, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina dice que existe
una franca evidencia que afirma que, si se toma vino con moderación,
especialmente tinto, se obtienen beneficios para el aparato cardiovascular. «El
vino tinto ayuda a controlar la presión, reduce el colesterol malo, aumenta el
bueno, disminuye la formación de coágulos en el corazón y las arterias»,
explica.
Según el experto, «no por el
etanol del alcohol sino por los polifenoles que están presentes en el vino». Y
agrega: «El tema es la cantidad. La recomendación actual nuestra, y de la American Heart Association, es de 2
copas, es decir 280 mililitros de vino por día, dejando 2 días libres de
alcohol a la semana. Y para las mujeres se reduce a 1 vaso de vino por día,
dejando 2 días libres. Esta diferencia tiene que ver por la acción metabólica y
hormonal de las mujeres que cambian la metabolización del alcohol».
«Pero apenas se cruza ese umbral,
las acciones beneficiosas pasan a ser perjudiciales en forma inmediata»,
advierte.
La paradoja francesa
El debate por los beneficios y
riesgos del consumo de vino nació en la década de los 70, cuando se comenzó a
estudiar lo que años más tarde, en 1992, los científicos S. Renaud y M.
Lorgeril llamaron la 'paradoja francesa': a pesar del consumo de una dieta rica
en grasas saturadas, los franceses tenían un riesgo bajo de mortalidad asociada
a cardiopatía isquémica en los bebedores de vino tinto, en comparación con la
población de los Estados Unidos y Gran Bretaña entre otros países.
En uno de los estudios realizados
por Renaud en el ámbito de la Universidad
de Burdeos, se analizaron las costumbres alimenticias y el perfil lipídico
de 36.250 personas. Una de las conclusiones afirmaba que las personas que
bebían vino en cantidades moderadas, incluyendo los que tenían un nivel elevado
de colesterol, reducían entre un 30% y 40% el riesgo de morir por episodios
cardiovasculares.
«Después de poco más de 20 años de
la acuñación de la frase de la 'paradoja francesa', varios estudios han
investigado las asociaciones clínicas y biológicas fascinantes, abrumadoramente
positivas, del consumo de vino tinto con enfermedad cardiovascular y
mortalidad», cuenta la Dra. Valeria El Haj, directora médica de Vittal.
La médica afirma que «la ingesta
ligera a moderada de vino tinto produce un caleidoscopio de efectos
potencialmente beneficiosos que se dirigen a todas las fases del proceso
aterosclerótico, desde la aterogénesis (desarrollo temprano de la placa y el
crecimiento) hasta la oclusión vascular (dilatación mediada por flujo,
trombosis)».
Sin embargo, la Dra. El Haj es
contundente al afirmar que «por el contrario, el consumo excesivo de alcohol
esporádico o crónico, se asocia con un mayor riesgo de eventos
cardiovasculares».
Coincide la Dra. Virginia
Busnelli, médica especialista en nutrición, Directora Médica de CRENYF:
«Sabemos que, un consumo moderado u ocasional de bebidas alcohólicas de baja
graduación o fermentadas como vino, cerveza, sidra o champagne no ocasiona
daños en el organismo en personas sanas, pero cuando el consumo es frecuente y
en grandes cantidades puede producirse una intoxicación y provocar efectos
indeseables en el organismo».
En opinión de la nutricionista
Florencia Soledad Lucente de los Centros Médicos DIM la indicación de tomar un
vaso de vino tinto por día para proteger las arterias coronarias se debe usar
de manera personalizada sin generalizar.
«En el pasado algunos estudios
demostraron que el consumo de leve a moderado de alcohol puede proteger al
corazón frente a diferentes enfermedades coronarias. Ahora bien, ¿es correcto
recomendarle a un paciente que se tome un vaso de vino para proteger al corazón
cuando no modificó hábitos, es sedentario o tiene sobrepeso u obesidad? A esa
persona no le suma nada tomar vino a diario si no hace ejercicio o no baja de
peso. Por eso, más allá de la recomendación de Favaloro, ahora hay que tener en
cuenta otros factores antes de pensar en la ingesta de alcohol», apunta la Lic.
Lucente.
Quienes toman más,
¿toleran más?
En cuanto a tolerancia de cada
organismo frente al alcohol, la Dra. Busnelli afirma que la misma es individual
y que puede variar de una persona a otra, dependiendo de la capacidad
enzimática del hígado para metabolizarlo. «Así encontramos variaciones entre
las diferentes etnias, sexo (siendo la mujer más sensible), edad y peso. No
existe una cantidad mínima de alcohol no perjudicial. Pero sí existe una
recomendación de consumo (30 gramos en hombres y 20 gramos en mujeres, en
adultos sanos), que marca la diferencia entre uso y abuso de alcohol, y que si
se supera puede tener consecuencias muy peligrosas para la salud».
En ese sentido, el Dr. Tartaglione
no deja lugar a dudas, afirmando que «con el alcohol no existe una relación
dosis-respuesta, es decir a más vino más protección».
«Además, no existen estudios que
digan que si una persona deja de tomar vino se enferma más. Por ejemplo, en el
caso del tabaco, si la persona no fuma, va a tener menos enfermedad coronaria,
pero si quitamos el vino no existe evidencia de que va a tener más enfermedad
cardiovascular», agrega.
El mito: Fijador de
grasas
Es otro de los grandes mitos que
circulan por las redes sociales y se mencionan como 'posverdades'. «Es
totalmente falso considerar al alcohol un fijador de grasas», responde la Dra.
Busnelli.
«Pero es absolutamente cierto que
tiene un efecto muy importante tanto en la ganancia de peso como en el aumento
de la glucosa en sangre, siendo un factor de riesgo muy importante para padecer
obesidad y diabetes», dice la médica.
Según explica la nutricionista,
los tres macronutrientes que le aportan energía a nuestro organismo son los
hidratos de carbono, las proteínas y las grasas. Mientras que los hidratos y
las proteínas aportan 4 calorías por gramo cada uno, y las grasas 9 calorías,
el alcohol aporta lo que solemos llamar 'calorías vacías', que contabilizan 7
por gramo. Es decir, el alcohol aporta muchas calorías y prácticamente ningún
nutriente. «Las calorías aportadas por el alcohol se suman a las que consumimos
con las comidas. Cuando existe un aumento de las calorías que ingerimos en
relación con las que quemamos, ese exceso se convierte y se acumula en forma de
grasa. Es importante saber además que cuanto mayor sea la graduación
alcohólica, más calorías aportan», dice la Dra. Busnelli
Calorías
por bebida alcohólica
·
Una copa de champagne o vino aporta aproximadamente
110 calorías
·
Un chupito de tequila de 50 ml, 110 calorías
·
Una medida de 50 ml de whisky, 125 calorías
·
Una lata de cerveza, 130 calorías
·
Un trago de fernet con gaseosa cola puede alcanzar
las 400 calorías ya que a las del alcohol se suman las calorías de la bebida
azucarada, generando un aumento en sangre realmente exagerado de la glucosa.
Qué sucede en el caso de
la cerveza
En los últimos años ha existido un
muy buen marketing en relación con la cerveza y el vino, otorgándoles a cada
uno de ellos algunos beneficios. «Se detalla que la cerveza contiene gran
cantidad de nutrientes, especialmente minerales y vitaminas, pero si vemos su
tabla nutricional podemos darnos cuenta de que no es tan real», puntualiza la
Dra. Busnelli.
Y agrega: «Se ha recomendado mucho
su uso moderado en menopausia, pero siempre dentro de una alimentación
saludable ya que algunos de sus ingredientes naturales, como agua, cebada y
lúpulo, podrían tener efectos beneficiosos en la salud de la mujer debido a sus
propiedades estrogénicas, antiinflamatorias y antioxidantes, a su contenido de
fibra y fitoestrógenos, altamente beneficiosos cuando se cursa con el descenso
de estrógenos propio de la menopausia. También se ha aconsejado para
deportistas después de hacer ejercicio por sus minerales».
Y aporta: «Realmente considero
que, en ambos casos, muchos alimentos tienen estos mismos beneficios sin la
necesidad de hacer una recomendación sobre una bebida que trae aparejado todos
los inconvenientes que acabamos de revisar del alcohol, o podría existir la
posibilidad de consumir aquellas cervezas que no contengan alcohol».
Según la nutricionista consultada,
los polifenoles y el resveratrol, útiles para la prevención de las enfermedades
cardiovasculares, ya que mejoran la elasticidad de los vasos sanguíneos y
ayudan a reducir el colesterol, y que han dado tan buena fama al vino tinto,
pueden encontrarse en los frutos rojos y el chocolate negro.
En cuanto a los flavonoides,
antioxidantes que previenen distintos tipos de cáncer, se encuentran en el
brócoli, la coliflor, la manzana, los arándanos, el limón y el chocolate negro,
además del vino tinto.
«Es decir que podemos obtener de
los alimentos todos los beneficios nombrados anteriormente sin recomendar
bebidas que traen aparejado sugerir un hábito que es nocivo para la población.
De hecho, hoy en día, el resveratrol puede conseguirse en comprimidos en todas
las farmacias de nuestro país, siendo un suplemento de venta libre», concluye
la Dra. Busnelli. BP
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