La
ingesta de al menos 3 raciones a la semana en los primeros meses de gestación
se relaciona, a largo plazo, con una mejor función cognitiva.
Su
consumo se ha asociado con menos problemas cardiovasculares, un menor riesgo de
diabetes y cierta protección contra el deterioro cognitivo, entre otros
beneficios. Pero a la lista de bondades que tiene tomar frutos secos también
podría unirse la mejora del desarrollo neuropsicológico de los bebés, a juzgar
por los resultados de una nueva investigación liderada por científicos del Instituto de Salud Global de Barcelona
(ISGlobal).
Sus
conclusiones, publicadas en la revista European
Journal of Epidemiology, muestran que la ingesta abundante de
nueces, avellanas o almendras en el primer trimestre de embarazo se asocia con
una mejor función cognitiva, capacidad de atención y memoria de trabajo de los
descendientes, que se ha comprobado a largo plazo.
“El
desarrollo de los niños se evaluó a través de distintos test al año y medio,
cinco años y ocho años después del nacimiento”, explica Florence Gignac,
investigadora del ISGlobal, centro impulsado por la Caixa. Y lo que mostraron
los análisis, realizados a un grupo de 2.200 parejas de madre e hijo (proyecto
INMA), fue que los bebés nacidos del grupo que había consumido una mayor
cantidad de frutos secos durante el primer mes de embarazo tenían mejores
resultados que el resto.
En
concreto, continúa Gignac, los investigadores comprobaron que aquellos casos en
que las madres habían consumido en torno a tres raciones semanales de 30 gramos
en la primera etapa de su embarazo, presentaban, en el estudio de la función
cognitiva, “tres puntos más que los del grupo de bajo consumo”. El trabajo tuvo
en cuenta posibles factores de confusión, como el conjunto de la dieta, el
origen socio-económico de las madres o si habían dado lactancia materna, entre
otros condicionantes.
Las
tres raciones diarias registradas en el grupo de máximo consumo son inferiores
al patrón de ingesta que recomienda la Sociedad
Española de Nutrición Comunitaria -que aconseja entre tres y siete
raciones por semana-; por lo que Gignac estima que “si se adecuase el consumo
medio a las recomendaciones, los beneficios podrían ser mucho más amplios”.
Los
resultados del trabajo, subraya, sugieren que “la nutrición materna es un
factor determinante para el neurodesarrollo con consecuencias a largo plazo,
como el rendimiento en la escuela o tener menos problemas de aprendizaje”. Con
todo, Gignac remarca que no se observó el mismo beneficio con el consumo de
frutos secos en el tercer trimestre del embarazo.
“Nuestro
estudio no ha analizado el porqué de estas diferencias”, señala. “Pero otros
trabajos han sugerido que el ritmo de desarrollo no es igual a lo largo de la
gestación y que hay periodos en los que la sensibilidad a la dieta materna es
mayor”, añade.
Según
explica, los beneficios asociados a los frutos secos pueden deberse a su alto
contenido en nutrientes como el ácido fólico o los ácidos esenciales omega-3 u
omega-6, que “tienden a acumularse en las áreas frontales del cerebro,
relacionadas con las funciones ejecutivas y de memoria”. BP
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