Hemos querido
hacer una recopilación de actos sencillos de amor que muchas veces pasamos
por alto pero que, en su sencillez son manifestaciones concretas del amor de
Dios. Un corazón que se ha encontrado con Él no puede permanecer indiferente a
los demás. ¡No privemos a los demás de nuestra sonrisa, de nuestra alegría, de
la esperanza que nos da Cristo! El mundo lo necesita.
1) Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!
No nos damos
cuenta pero cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean. Cuando
vamos por la calle, en el trabajo, en la casa, en la universidad. La felicidad
del cristiano es una bendición para los demás y para uno mismo. ¡Quién tiene a
Cristo en su vida no puede estar triste!
2) Dar las gracias siempre (aunque no “debas”
hacerlo).
Nunca te
acostumbres a recibir porque lo necesitas o porque tienes “derecho a”. Todo lo
recibes como un regalo, nada te “lo deben” aunque hayas pagado por ello. Da
siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.
3) Saludar con alegría a esas personas que ves a
diario.
Seguro es
quien abre la puerta, quien limpia, quien contesta las llamadas. Lo ves a
diario y al saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace. Tanto tu
trabajo como el de él/ella se hace más a gusto si le haces ver que es valioso
para otros, que su presencia cambia las cosas.
4) Recordarle a los demás cuánto los amas.
Tú sabes que
los amas... ¿y ellos? Las caricias, los abrazos y las palabras nunca sobran. Si
Jesús no se hubiera hecho carne, nosotros jamás habríamos entendido que Dios es
Amor.
5) Escuchar la historia del otro, sin prejuicios,
con amor.
¿Qué puede
hacernos más humanos que saber escuchar? Cada historia que te cuentan te une
más con el otro: sus hijos, su pareja, la jefa, el profesor, sus preocupaciones
y alegrías... tú sabes que no sólo son palabras, son partes de su vida que
necesitan ser compartidas.
6) Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te
necesita.
¿Qué más
podemos decir? No importa si es un problema de matemáticas, una simple pregunta
o alguien que tiene hambre ‘jamás sobra la ayuda’. Todos necesitamos de los
demás. Aunque suelas ayudar, recuerda que tú también eres necesitado.
7) Levantarle los ánimos a alguien.
Sabes que no
anda bien o nada bien y no sabes qué hacer. Decides sacarle una sonrisa para
hacerle saber que no todo es malo. Siempre es bueno saber que hay alguien que
te ama y que estará siempre a pesar de las dificultades.
8) Celebrar las cualidades o éxitos de otro.
Solemos
callarnos lo que nos gusta y nos alegra de los demás: sus éxitos, sus
cualidades, sus buenas actitudes. Simples frases como “¡Felicidades!”, “Me alegro
mucho por ti” o “Ese color te queda muy bien” le han hecho el día a tu
compañero y nos ayudan a vernos entre nosotros como Dios nos ve.
9) Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien
lo necesita.
¿Te has
imaginado alguna vez que tu playera favorita de cuando tenías 17 años, ahora es
la playera favorita de una adolescente que no tiene mucho que ponerse? Si eres
hermano mayor, lo sabes. Por eso es bueno acostumbrarnos a valorar lo que
tenemos y si tenemos más de lo que necesitamos, regalarlo nos ensancha el
corazón y protege del frío a otro.
10) Ayudar cuando se necesite para que otro
descanse.
Esto se vive
en las familias: cuando uno descansa otro trabaja. Nada más hermoso que saber
que alguien más ya comenzó a hacer algo que necesitabas por ti o que siempre
puedes pedir ayuda. Cuando nos ayudamos mutuamente a llevar las responsabilidades
diarias la vida es más llevadera.
11) Corregir con amor, no callar por miedo.
Corregir es un
arte. Muchas veces nos encontramos en situaciones que no sabemos manejar. El
mejor método es el amor. El amor no sólo sabe corregir, sino que sabe perdonar,
aceptar y seguir adelante. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es
una muestra que los demás apuestan por ti y quieren que seas mejor.
12) Tener buenos detalles con los que están cerca
de ti.
Sabes lo que
le gusta mejor que nadie, ¿por qué no aprovechar eso? Nada se disfruta más que
aquello que es dado con amor, él se gana unos minutos de descanso y tú una sonrisa
auténtica. Salir de uno mismo y pensar en los demás siempre es mejor y alegra
el corazón.
13) Limpiar lo que uso en casa.
Si vives con
tu familia o ya vives fuera de casa, sabes lo importante que es recoger y
limpiar lo que usas. Hay una voz dentro de ti que te dice que deberías ayudar
un poco más de lo que quisieras... Y sorprendentemente te sientes muy bien de
hacerlo.
14) Llamar por teléfono a tus padres.
Ahora tú vives
solo, te mueves solo y quizá hasta tienes tu propia familia. Sin embargo, tus
padres aún se conmueven cuando les haces saber qué piensas en ellos. Estar
atentos a lo que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te
cuesta mucho y es un gesto enorme de gratitud.
15) Ayudar a los demás a superar obstáculos.
De chiquitos
lo hacíamos, ¿por qué no hacerlo ahora? Ayudarle a alcanzar el transporte, a
cargar sus maletas, a cruzar la calle o regalarle unas monedas para que pueda
pagar. Esos detalles nunca se olvidan. Eres el extraño que aún cree en la
humanidad. LR
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