San Lucas nos manifiesta
cómo Jesús provoca un verdadero impacto entre la gente sencillas de Galilea.
Sorpresa y curiosidad serían el primer paso, esperanza y entusiasmo brotarían
enseguida.
No es difícil acercarse
a Jesús porque habla al aire libre, abiertamente, se agolpan las multitudes y
Jesús no duda en subir a una de las barcas para desde ahí proclamar su
Evangelio. La mayor parte de los
que se mueven tras Jesús es gente sencilla, humilde, pobre y no siempre la
curiosidad o la admiración se traducen en una adhesión más profunda y duradera. Muchos escuchan su mensaje, disfrutan
sus palabras, admiran sus curaciones pero se resisten a un compromiso más
serio.
En un determinado
momento, Jesús elige de entre estos discípulos a un grupo especial de doce que
forman el círculo más íntimo en torno a Él. Son con quienes comparte más su
tiempo, quienes lo acompañan y asumen una responsabilidad mayor. La mayoría de
ellos no tienen una personalidad relevante de por sí, sino que se mueven a su
sombra. ¿Cómo fue el llamado? Quizás
de una manera paulatina, pero hoy San Lucas nos deja entrever que es un llamado decisivo, que trastoca toda la
vida, que exige un cambio de postura y de actividad.
Pedro y sus compañeros
serían pescadores que viven al día, ganando el sustento con el esfuerzo y la
ganancia de su pesca… y lo tienen que dejar todo.
Quizás alguien argumente
que Pedro y sus compañeros tendrían poco que dejar, poco que perder, pero ese
poco era toda su vida y es trastocada por el mensaje de Jesús. Dejar sus redes
cuando son pobres y miserables parecería fácil, pero es dejar la vida que hasta
ese momento habían llevado y cambiar de perspectiva toda su actividad. Hoy también
Jesús sigue impactando e invitando a todos a seguirlo.
Tenemos que dejar las redes que nos atrapan y nos
impiden ser libres. Serán
redes pobres y miserables pero con capacidad de esclavizarnos e inmovilizarnos.
Dejar redes, cambiar mentalidad, mirar no sólo peces y economía, descubrir
dignidad de personas e hijos de Dios… es la invitación que nos hace Jesús.
¿También de nosotros se podrá decir: “dejándolo todo, lo siguieron”? ED
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