Mártir, 05 de Febrero
Martirologio: En Manila, Filipinas, Iustus Takayama Ukon,
japonés, que renunció a su alta posición social y a sus riquezas por amor a
Cristo y que a causa de los maltratos que sufrió en su patria, por quienes
odiaban su fe, murió en el exilio en 1615.
Fecha de beatificación: 7 de febrero de 2017, durante el pontificado
de S.S. Francisco.
Takayama nació en 1552, tres años después que el misionero jesuita San Francisco Javier introdujera el cristianismo en Japón.
Los Takayama eran
daimio, miembros de la clase gobernante de los señores feudales que secundaban
a los shogun entre la época medieval hasta el inicio de la etapa moderna en
Japón. Como daimio poseían varias propiedades y tenían derecho a formar ejércitos
y contratar samuráis.
Takayama tenía 12 años
cuando trajo al castillo de Sawa al P. Gaspare di Lella, un sacerdote católico,
lo hizo por petición de su padre, el señor Tomoteru, un hombre con inquietudes
religiosas, que quería debatir las virtudes del budismo con un sabio cristiano.
Tomoteru analizó en
profundidad y con detenimiento la propuesta cristiana y le gustó, por lo que se
bautizó él y su casa: su hijo, el joven Takayama (cuyo nombre real era Hikogoro
Shigetomo) recibió como nombre de bautismo el de “Iustus” (Justo).
Los Takayama ayudaban en
las actividades misioneras en Japón y eran protectores de los cristianos y de
los misioneros jesuitas.
En 1576, con el
sacerdote italiano Gnecchi Soldo, Ukon Takayama hizo construir la primera
iglesia de Kyoto, que durante 11 años sería un centro misionero de Japón. De
ella hoy sólo queda la campana.
En 1587, cuando el
samurái tenía 35 años, Toyotomi Hideyoshi el gran unificador de Japón, era ya
el nuevo Canciller de Japón, pronto fue evidente que no sólo quería un Japón
unido, sino absolutamente dominado bajo su poder.
Según algunos relatos,
una noble chica cristiana se negó a ser una más de sus concubinas, debido a su
fe, y eso le enfadó mucho, inició una persecución contra los cristianos:
expulsó a los misioneros e instó a los católicos japoneses a abandonar la fe.
Mientras que muchos
daimios optaron por renunciar al catolicismo, Takayama y su padre optaron por
abandonar sus tierras y sus honores para mantener la fe. Muchas personas
trataron de convencerlo de renegar de su catolicismo. Sin embargo él se negó y
eligió vivir como un cristiano hasta la muerte.
El P. Anton Witwer,
postulador general de la Compañía de Jesús, indicó que el samurái “no quería
luchar contra otros cristianos. Por lo tanto prefirió una vida pobre, ya que
cuando un samurái no obedece a su 'jefe' pierde todo lo que tiene”.
“Eligió la pobreza para
ser fiel a la vida cristiana y durante años, vivió bajo la protección de amigos
aristocráticos, llevando así una vida digna, (…) era un noble, una persona
conocida”.
En 1597, el Canciller
ordenó la ejecución de 26 católicos japoneses y extranjeros que fueron
crucificados el 5 de febrero.
Cuando, en 1614, el
nuevo shogun Ieyasu Tokugawa prohibió definitivamente el cristianismo Takayama
fue al exilio y lideró un grupo de 300 católicos japoneses que partieron al
extranjero en tres barcos. Dos iban a la portuguesa Macao. Otro, en el que
viajaban Ukon Takayama, su esposa, hija y nietos, y unos 100 laicos japoneses,
fue a Manila, Filipinas.
“Dios dice que quien
toma la espada se arruina con ella. Formad familias en Filipinas y regresad a
Japón como enviados para la paz”, dijo el daimio en el puerto de Nagasaki a su
pueblo que se exiliaba con él.
Su esperanza es que
aquellos cristianos volverían a Japón, más numerosos, como un puente entre
culturas. Ya no pensaba en ejércitos, sino en algo más poderoso, que vive de
generación en generación: pensaba en familias.
No podía saber que Japón
se iba a cerrar a toda influencia extranjera durante más de 250 años, un
fenómeno cultural y político realmente singular en la historia.
Llegaron a Filipinas en
diciembre de ese año y se establecieron en Manila, la capital del país, donde
fueron recibidos por una multitud de curiosos y los españoles le trataron con
todo respeto. Incluso se habló de preparar una expedición militar española a
Japón bajo su mando o consejo, pero él se negó.
Murió el 3 de febrero,
40 días después de su llegada a Filipinas, debilitado por los estragos de la
persecución
Para el postulador de la
causa, el padre Kawamura, este daimio puede ser un modelo para los
políticos actuales, porque vivió en un entorno hostil, de políticas siempre
cambiantes, pero “nunca se dejó extraviar por los que le rodeaban y
vivió una vida según su conciencia, de forma persistente, una vida adecuada
para un santo, que sigue dando ejemplo a muchos hoy”.
El 21 de enero de 2016,
el Santo Padre Francisco autorizó la promulgación del decreto reconociendo como
martirio la muerte del Siervo de Dios, Iustus Takayama Ukon.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario