Sacerdote y Mártir, 03
de Febrero
Martirologio Romano: En
Londres, Inglaterra, beato Juan Nelson, presbítero de la Compañía de Jesús y
mártir, que por haber negado la suprema potestad de la reina Isabel I en lo
referente a la vida del espíritu, fue condenado a muerte y ahorcado en Tyburn (1578).
Fecha de beatificación: 29 de diciembre de 1886 por el Papa León
XIII.
El Beato Juan (John)
Nelson nació en Skelton, Yorkshire, Inglaterra, en el año 1534. Estaba
acercándose a los 40 cuando viajó a Douai (Francia) para prepararse para ser
sacerdote. Dos de sus cuatro hermanos también harían sus estudios sacerdotales
en este mismo lugar. Recibió la ordenación sacerdotal en Binche (Henao,
Bélgica) de manos de Monseñor Louis de Berlaymont, Arzobispo de Cambrai, el 11
de junio de 1576. Apenas cinco meses después, en el mes de noviembre, ya estaba
en Londres realizando su misión. Fue arrestado el 1 de diciembre de 1578 y
llevado a la prisión de Newgate.
Cuando fue interrogado,
aproximadamente una semana después, se negó a hacer el juramento que reconocía
la supremacía de la Reina en materia espiritual, y fue provocado por los
comisionados a declarar que la Reina estaba apartada de la doctrina de la
verdadera y única Iglesia, es decir era cismática. Bajo la Legislación de 1571,
una declaración así era alta traición y la condena era la muerte. La sentencia
fue dictada algunas semanas después, el sábado 1 de febrero de 1578, y
confirmada después cuando fue llevado a un calabozo en la Torre de Londres.
Mientras estuvo en prisión se alimentó tan sólo de pan y agua y se le permitió
decir Misa y confesar.
En el día de su
ejecución se negó a ser asistido por ministros protestantes luego de que se
reuniera con sus familiares. Llevado a Tyburn y se le permitió hablar a los
espectadores, la mayoría de ellos hostiles en la Inglaterra protestante. Se negó
a pedir perdón a la Reina y pidió que los católicos presentes en la muchedumbre
rezaran con él mientras recitaba varias oraciones comunes en latín.
Él fue colgado, pero aún
vivo fue bajado para ser descuartizado. Según relatos de la época, mientras el
verdugo lo habría sus últimas palabras fueron: “perdono a la reina y a todos
los autores de mi muerte”, aunque este dato puede ser parte de su leyenda.
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