La correlación entre la privación del sueño y una
mayor sensibilidad al dolor no es aparente, pero puede existir. En un artículo
de 2018, los investigadores de la Universidad de California en Berkeley establecieron
que nuestros cerebros pueden apagar su equipo de “protección contra el dolor”
en los días en los que no dormimos lo suficiente.
Ahora profundicemos un poco más en los hallazgos de
este documento y tratemos de comprender qué es lo que nos hace tan irritables y
malhumorados cuando dormimos muy poco.
El experimento
Para examinar la conexión entre el dolor y la falta
de sueño, los investigadores realizaron un experimento utilizando imágenes de
resonancia magnética (FMRI) funcional, durante las cuales se registró la
actividad cerebral de varios participantes cuando estaban expuestos a un calor
creciente en una de sus piernas. Una vez que el paciente notó que el calor se
hizo insoportable, este punto se estableció como el umbral del dolor y los experimentadores
dejaron de registrar la actividad cerebral.
Descubrimientos:
1. ¿Cómo reaccionaron los participantes al dolor?
Los hallazgos sorprendieron incluso a los
propios investigadores. A pesar del pequeño tamaño de la muestra (25
participantes), los experimentadores lograron establecer que el umbral para el
dolor térmico entre los individuos bien descansados era de 44° C, mientras
que el grupo privado de sueño podía manejar 4 grados menos.
2. ¿Qué regiones del cerebro podrían explicar la diferente sensibilidad
al dolor?
La región del cerebro responsable de la percepción
del dolor, la corteza somatosensorial primaria, fue significativamente
más sensible en los individuos privados de sueño.
El hallazgo más interesante y sorprendente, sin
embargo, se relacionó con otras partes del cerebro, el cuerpo estriado y
la ínsula (resaltadas de manera esquemática en púrpura). Estas regiones
son responsables de producir una hormona relacionada con la tolerancia al
dolor, entre otras cosas, la dopamina. Los cerebros de las personas que no
dormían lo suficiente produjeron significativamente menos dopamina, lo que los
empeoró a la hora de tolerar los estímulos dolorosos que el grupo de control. Finalmente,
los investigadores concluyen que el efecto de la falta de sueño puede durar
varios días, y las personas que durmieron menos eran más sensibles al dolor
días después de dormir poco.
3. ¿Qué conclusiones podemos hacer de este estudio?
·
Estos hallazgos abrieron nuestros ojos al problema
de la sensibilidad al dolor inducida por la falta de sueño. Esto es
especialmente importante para los pacientes del hospital, que pueden sentir más
dolor debido a las ruidosas habitaciones de los hospitales en las que deben
permanecer.
·
Los datos también pueden ser relevantes para
personas que padecen afecciones crónicas dolorosas, ya que un sueño de calidad
podría disminuir su sensibilidad al dolor.
·
Por último, aún no se ha descubierto si el mismo
dolor y la falta de sueño se pueden extender a las experiencias psicológicas
que tenemos cuando no dormimos lo suficiente: irritabilidad y nerviosismo.
Lo que queda realmente claro, sin embargo, es que
los científicos encontraron otra razón más para que podamos dormir bien cada
noche.
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