Hay cosas que te pueden impedir movilizarte cómo quisieras. La vida
que Dios nos ha dado es dinámica. Dios es el Dios único que no es estático sino
dinámico. Siempre está en movimiento, transformando y produciendo cambios
permanentes. No es Dios de Parálisis.
El Apóstol Pablo lo expresó cuando dijo: “De modo que si alguno está
en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas
nuevas”. Sin embargo a veces permitimos que ciertas cosas terminen
inmovilizándonos espiritual, emocional y ministerialmente.
En varias ocasiones Jesús sanó a varios paralíticos atacando
directamente la raíz de sus parálisis. Cuando conocemos las raíces de nuestras
parálisis en la vida podemos retomar las fuerzas y movilizarnos en una nueva
dimensión en nuestra vida.
“Unos días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm, corrió
la voz de que estaba en casa. Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni
siquiera frente a la puerta mientras Él les predicaba la palabra. Entonces
llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico. Como no podían acercarlo
a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde
estaba Jesús y, luego de hacer una abertura, bajaron la camilla en la que
estaba acostado el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al
paralítico: —Hijo, tus pecados quedan
perdonados”. Marcos 2:5 – SCG
No hay comentarios.:
Publicar un comentario