La
leche de vaca semi desnatada es la más vendida en España, con un 47% del total.
Si sumamos esta cifra al 28% que optan por la desnatada, se comprueba que la
entera, es decir la que conserva toda su grasa, es la menos apreciada por los
consumidores, ya que sólo la compran un 25%. Son datos proporcionados por el
Ministerio de agricultura, pesca y alimentación (de España), que también
constata que, si en 2010 se tomaron 3.500 toneladas de leche de vaca, en 2017
se había bajado hasta las 3.188. Es una tendencia a la baja que afecta a todo
el mundo. A pesar de ello, la leche sigue siendo uno de los alimentos líquidos
más populares, ya que se calcula que forma parte de la dieta de más de 6.000
millones de personas. Otras muchas la han sustituido por otras bebidas de
origen vegetal, que adoptan el nombre de 'leche' sin serlo.
Uno
de los principales motivos del descenso de consumo es la obsesión por mantener
el peso a raya. Aunque lo que disparó todas las alarmas fue la idea lanzada por
la comunidad científica de que la leche era uno de los alimentos causantes de
las afecciones cardiovasculares asociadas con el colesterol. Y para rematarlo,
surgieron los convencidos de que los adultos no tienen el estómago preparado
para digerir ese alimento líquido. De ahí que la industria lanzara al mercado
variedades con menos grasa de la que contiene de forma natural, una iniciativa
que, como se ve, fue muy bien acogida por el público. A pesar de que las
desnatadas son menos densas y resultan bastante insípidas. De esa forma los
consumidores podrían seguir disfrutando los beneficios de la leche de vaca, un
alimento considerado básico durante miles de años, sin sufrir sus efectos
negativos.
Una
de las ventajas de esos tipos de leches es que sin apenas grasa y 80 calorías,
la desnatada proporciona la misma cantidad de nutrientes como proteínas,
calcio, hidratos de carbono y azúcares que la entera, con 150 calorías y unos 6
gramos de grasas, de los cuales 2,3 gramos son saturadas. Ahora, estudios que
aseguraban que la leche aportaba colesterol, principalmente del malo, se están
viendo desmentidos por nuevas investigaciones y estudios científicos que están
llegando a conclusiones opuestas. La leche entera vuelve a recomendarse como
uno de los alimentos más completos que existen y con más ventajas que las
desprovistas de grasa. Incluso se pone en cuestión que sea más efectiva a la
hora de perder peso. Un argumento es que, al ser más ligeras, tiene un menor
efecto saciante, por lo que se acaba comiendo más.
Respecto
a las enfermedades cardiovasculares también ha cambiado el pensamiento de la
comunidad científica. Uno de los trabajos es el del Dr. Darius Mozaffarian, de
la Facultad de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Tuffts de Boston:
realizó un estudio con 2.800 personas, mayores de 65 años, a los que analizaron
los niveles de tres ácidos grasos. El primero al inicio del programa, en 1992 y
otro al cabo de 6 años. Trece años después comprobaron la situación de los que
seguían vivos, 372, y las causas de la muerte de los 2.428 restantes, de los
cuales 833 habían fallecido por enfermedades cardíacas. Se probó que ninguno de
los tres ácidos grasos examinados tenía relación con el riesgo de mortalidad del
conjunto de los fallecidos. De hecho, vieron que los niveles altos de uno de
esos ácidos, el heptadecanoico, se asociaba con quienes habían tenido menos
riesgo de enfermedad coronaria. Y los que tenían niveles altos de ácidos grasos
en general presentaban un 42% menos riesgo de morir de algún ataque al corazón
según los análisis.
Así
que la conclusión a la que llegaron fue que la leche entera puede proteger de
dolencias relacionadas con el sistema cardiovascular.
Un
artículo publicado al respecto en el American
Journal of Clinical Nutrition, apunta que era conveniente
replantearse la dieta a partir de esas averiguaciones.
«Al
contrario de lo que nos aconsejaban (sustituir la leche de vaca por otras menos
grasas), la leche entera es esencial, no sólo durante la infancia sino toda la
vida, especialmente en esa edad en qué condiciones como la osteoporosis y las
deficiencias nutritivas son habituales», afirma el artículo.
Otra
ventaja de la leche entera respecto a las desprovistas de grasa es que ésta
-especialmente el ácido omega 3- es imprescindible para que el organismo
absorba de la forma más eficaz la vitamina D, básica para el tratamiento de la
osteoporosis, y también para mejorar el sistema inmunológico. Un vaso de leche
entera tiene 183 mg de omega-3 frente a los 2,5 de la descremada y 9,8 de la
semi-desnatada. BP
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