Virgen y
Mártir, 20 de Julio
Martirologio Romano: En Madrid, España,
beatas Rita Dolores del Corazón de Jesús Pujalte y Sánchez, y Francisca del
Sagrado Corazón de Jesús Aldea Araujo, vírgenes del Instituto de Hermanas de la
Caridad del Sagrado Corazón de Jesús y mártires, las cuales, durante la guerra,
fueron hechas prisioneras en la capilla del colegio por los enemigos de la
Iglesia y fusiladas poco después, cuando las trasladaban a otro lugar († 1936).
Fecha de beatificación: 10 de mayo de 1998 por S.S. Juan Pablo II.
Nació en Somolinos (Guadalajara) el 17 de diciembre
de 1881, en una familia sencilla y cristiana. Siendo niña
aún, quedó huérfana, y fue acogida en
el Colegio de Santa Susana, de Madrid, dirigido
por las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús.
Ingresó en el Instituto el 8 de diciembre de 1899.
Fue su Maestra de Novicias la Madre Rita Dolores Pujalte. Posteriormente, la
cuidó y acompañó, cuando estaba enferma y casi ciega, hasta el martirio. El 20 de septiembre de 1903 emitió su profesión
temporal. Hizo sus votos perpetuos el 1 de noviembre de 1910. Dedicó parte de
su vida a la enseñanza y a las actividades apostólicas que acompañan a la vida
colegial. También desempeñó otros cargos de responsabilidad en el
Instituto: superiora local, consejera, secretaria
y ecónoma general, respectivamente. Era generosa,
alegre, sencilla, de corazón grande y alma delicada. Pese a manifestar su temor a una posible muerte, en
vista del rumbo que tomaban los acontecimientos, confiaba en que Dios le daría
fuerzas, si le pedía el martirio.
Unidas
en la muerte
Las dos habían pasado parte de su vida en el
Colegio de Santa Susana. Juntas salieron de él para recorrer un camino que las
convertiría en testigos de su fe. El Colegio estaba enclavado en el Barrio de
las Ventas, entonces una de las zonas suburbanas de Madrid. Fue uno de
los primeros abiertos por Madre Isabel
Larrañaga, en 1889.
Este Colegio funcionaba como
Curia General, y acogía, además de a
las religiosas, a niñas pobres y huérfanas.
Aunque la situación era extremadamente peligrosa, en
medio de un ambiente general de crispación, la
Comunidad optó por permanecer en el Colegio para atender a las
niñas.
La Madre Francisca, movida
por su caridad, se comprometió a no abandonar
a la Madre Dolores quien se negó a buscar refugio fuera del Colegio,
siendo consciente del riesgo que asumía. El 20 de julio de 1936 el
Colegio fue asaltado y tiroteado.
Las Madres Rita Dolores
y Francisca, en cuanto tuvieron noticias de
que la llegada de los milicianos era
inminente, se dirigieron a la Capilla para
prepararse al martirio. Prodigaron con
generosidad el perdón anticipado para sus
verdugos, y se dispusieron a la muerte, que presentían segura, poniendo
el presente y el futuro en las
manos providentes del Padre. “Echémonos en
sus brazos y que sea su santísima voluntad”, dijo Madre Dolores.
En la portería, momentos antes de salir, recitaron
el Credo en presencia de los milicianos, quienes más tarde, fingiendo
ayudarlas, porque su intención era darles muerte, las acompañaron hasta un piso
cercano de una familia conocida. Allí rezaron el rosario y dieron gracias a
Dios por la posibilidad que habían tenido para prepararse al martirio ya tan
cercano.
Hacia el mediodía fueron conducidas violentamente
al interior de una furgoneta. Ellas no opusieron resistencia;
al contrario, esperaron sin desmayo la
muerte. El 20 de julio de 1936, hacia
las tres y media de la tarde, fueron
fusiladas en la carretera de Barajas. Su
fama de martirio se divulgó muy pronto.
Testigos presenciales se maravillaron de la
serenidad de sus rostros y del perfume que desprendían sus
restos mortales. Por todas partes dejaron
una estela de santidad y sencillez. Fueron
coherentes hasta el final en el camino elegido para hacer el bien en servicio y
entrega a los hombres y mujeres de su tiempo.
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