viernes, 19 de julio de 2019

Francisca del Corazón de Jesús Aldea Araujo, Beata

Virgen y Mártir, 20 de Julio
Martirologio Romano: En Madrid, España, beatas Rita Dolores del Corazón de Jesús Pujalte y Sánchez, y Francisca del Sagrado Corazón de Jesús Aldea Araujo, vírgenes del Instituto de Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús y mártires, las cuales, durante la guerra, fueron hechas prisioneras en la capilla del colegio por los enemigos de la Iglesia y fusiladas poco después, cuando las trasladaban a otro lugar ( 1936).
Fecha de beatificación: 10 de mayo de 1998 por S.S. Juan Pablo II.

Nació en Somolinos (Guadalajara) el 17 de diciembre de 1881, en una familia sencilla y cristiana.  Siendo  niña  aún,  quedó  huérfana,  y  fue  acogida  en  el  Colegio  de  Santa  Susana,  de Madrid, dirigido por las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús.
Ingresó en el Instituto el 8 de diciembre de 1899. Fue su Maestra de Novicias la Madre Rita Dolores Pujalte. Posteriormente, la cuidó y acompañó, cuando estaba enferma y casi ciega, hasta el martirio. El 20 de septiembre de 1903 emitió su profesión temporal. Hizo sus votos perpetuos el 1 de noviembre de 1910. Dedicó parte de su vida a la enseñanza y a las actividades apostólicas que acompañan a la vida colegial. También desempeñó otros cargos de responsabilidad en el  Instituto: superiora  local,  consejera,  secretaria  y  ecónoma  general,  respectivamente.  Era generosa, alegre, sencilla, de corazón grande y alma delicada. Pese a manifestar su temor a una posible muerte, en vista del rumbo que tomaban los acontecimientos, confiaba en que Dios le daría fuerzas, si le pedía el martirio.
Unidas en la muerte
Las dos habían pasado parte de su vida en el Colegio de Santa Susana. Juntas salieron de él para recorrer un camino que las convertiría en testigos de su fe. El Colegio estaba enclavado en el Barrio de las Ventas, entonces una de las zonas suburbanas de Madrid. Fue uno de  los  primeros  abiertos  por  Madre  Isabel  Larrañaga, en 1889.
Este  Colegio  funcionaba como  Curia  General,  y  acogía,  además  de  a  las  religiosas,  a  niñas pobres  y  huérfanas.  Aunque  la  situación  era  extremadamente peligrosa, en medio de un ambiente general  de  crispación,  la  Comunidad  optó  por permanecer en el Colegio para atender a las niñas.
La Madre  Francisca,  movida  por  su  caridad,  se  comprometió  a  no  abandonar a la Madre Dolores quien se negó a buscar refugio fuera del Colegio,  siendo  consciente  del riesgo que asumía. El 20 de julio de 1936 el Colegio fue asaltado y tiroteado.
Las  Madres  Rita  Dolores  y  Francisca,  en cuanto  tuvieron  noticias  de  que  la  llegada  de  los milicianos  era  inminente,  se  dirigieron  a  la  Capilla para  prepararse  al  martirio.  Prodigaron  con  generosidad  el  perdón  anticipado  para  sus  verdugos,  y se dispusieron a la muerte, que presentían segura, poniendo  el  presente  y  el  futuro  en  las  manos  providentes  del  Padre.  “Echémonos  en  sus brazos y que sea su santísima voluntad”, dijo Madre Dolores.
En la portería, momentos antes de salir, recitaron el Credo en presencia de los milicianos, quienes más tarde, fingiendo ayudarlas, porque su intención era darles muerte, las acompañaron hasta un piso cercano de una familia conocida. Allí rezaron el rosario y dieron gracias a Dios por la posibilidad que habían tenido para prepararse al martirio ya tan cercano.
Hacia el mediodía fueron conducidas violentamente al interior de una furgoneta. Ellas no  opusieron  resistencia;  al  contrario,  esperaron  sin  desmayo  la  muerte.  El  20  de  julio de 1936,  hacia  las  tres  y  media  de  la  tarde,  fueron  fusiladas  en  la  carretera  de  Barajas.  Su fama de martirio se divulgó muy pronto.
Testigos presenciales se maravillaron de la serenidad de sus rostros y del perfume que desprendían  sus  restos  mortales.  Por  todas  partes  dejaron  una  estela  de  santidad  y  sencillez. Fueron coherentes hasta el final en el camino elegido para hacer el bien en servicio y entrega a los hombres y mujeres de su tiempo.

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