¿Cómo surgió el calendario que usamos en la actualidad?
Cristo vino al mundo durante
el Imperio Romano. Los cristianos de los primeros siglos usaban los calendarios
de su época que se referían a fechas de acontecimientos importantes para aquel
mundo: fechas de emperadores, olimpiadas o el año de la fundación de Roma.
A comienzos del siglo VI, el
cristianismo se había propagado por todo el imperio. Uno de los hombres más
sabios de la época, el monje y astrónomo de Scythia (actual Suroeste de Rusia), Dionisio el Exiguo (el pequeño) recopiló una tabla de
fechas para la Pascua utilizando el calendario del emperador Diocleciano.
Entonces, después de muchos estudios y cálculos, quiso reanudar el sistema de
cuenta de los años tomando el nacimiento de Jesucristo, Señor y centro de la
Historia, como punto de partida. Dionisio señaló el año 753 de la fundación de
Roma como el año del nacimiento de Jesucristo. Tomó entonces este año como
primero de la era cristiana. Paulatinamente este nuevo calendario fue tomando
importancia primero entre los cristianos y después en el mundo secular. Es el
calendario que hoy se reconoce universalmente, aunque en algunas regiones aun utilizan
también otros calendarios. Es según este calendario que comenzamos el tercer
milenio.
Aunque Dionisio hizo un buen
trabajo, no pudo saber exactamente la fecha exacta del nacimiento de Cristo.
Estudios posteriores indican que Cristo nació varios años antes de lo que
calculó el monje Dionisio:
-Jesús nació durante el
reinado de Herodes el Grande. Los Evangelios y el historiador Macrobio señalan
que Herodes murió poco después de la masacre de los Santos Inocentes. También
sabemos, según los datos del historiador Flavio Josefo, que Herodes el Grande
murió en el año 750 de Roma. Por lo que se deduce que Jesús debe haber nacido
antes de ese año.
-Según San Lucas, Jesús
contaba con unos treinta años cuando fue bautizado. Ahora bien, como San Juan
Bautista comenzó su ministerio el año 15 del reinado de Tiberio, tenemos un
punto de referencia. El año 764 de Roma es la fecha más probable del principio
del reinado de Tiberio. Si añadimos 15 años para llegar al ministerio de San
Juan Bautista, estamos en el año 779 de la fundación de Roma. Si para entonces
Jesús tenía 30 años, El nació el 749 de la fundación de Roma, es decir 4 años
antes de lo calculado por Dionisio. La fecha del nacimiento de Jesús sería el
año 4 aC.
La imprecisión de la fecha en
ningún modo disminuye la importancia de celebrar el nacimiento de Jesús. No
cambia la realidad histórica y trascendental de que el Verbo Eterno se hizo
hombre y habitó entre nosotros para salvarnos. Lo importante no es la
fecha del nacimiento sino el nacimiento en sí mismo.
Pongamos un ejemplo. Si
unos hijos no supiesen el día exacto del nacimiento de su padre (supongamos que
este quedó huérfano en la guerra y no quedó constancia de su fecha de
nacimiento). ¿No sería lógico que esos hijos, ante la carencia de datos, escogiesen
una fecha aproximada para celebrar el cumpleaños de su padre querido? Pues,
aunque no supiesen exactamente el día que nació, ciertamente saben que su padre
nació y vive entre ellos y eso es lo que quieren celebrar. ¿Qué tal si algunos
de los hijos rehusaran celebrar apelando a que la fecha es incierta y entonces
cada uno optara por celebrarle el cumpleaños en un año o día distinto? ¿Acaso
no sería un agravio contra el padre quien lo que quiere es celebrar con toda su
familia unida? A esos hijos habría que preguntarles: ¿qué es lo más importante,
el día del calendario o la persona?
Igualmente, lo importante no
es la fecha exacta del nacimiento de Jesús sino el hecho de que el Verbo
verdaderamente se hizo hombre y habitó entre nosotros, naciendo de María Santísima
en el tiempo y en la historia. Esa realidad es digna de la mayor de las
celebraciones porque trae la salvación al mundo entero. Para celebrar unidos,
es razonable que, al no saber a ciencia cierta el día natalicio de Jesús, la
Iglesia haya escogido una fecha con la mayor aproximación de que era capaz
cuando se hizo el calendario.
Entonces los Cristianos
debemos celebrar la Navidad y celebrar el Gran jubileo de nuestra redención con
todo el corazón porque celebramos a Jesucristo.
Cristo, verdadero Dios y
verdadero hombre, es Señor del cosmos y también Señor de la historia, de la que
es «el Alfa y la Omega» (Ap 1, 8; 21, 6),
«el Principio y el Fin» (Ap 21, 6).
En Él, el Padre ha dicho la palabra definitiva sobre el hombre y sobre la
historia. Esto es lo que expresa sintéticamente la Carta a los Hebreos: «Muchas
veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de
los Profetas: en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo» (1, 1-2). Tertio Millennio Adveniente #5
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