Presbítero y
Mártir, 02 de Agosto
Martirologio Romano: En Madrid, España, beato Francisco Tomás Serer, presbítero de los
Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores y mártir, que, en el furor
creciente de la persecución contra la fe, mereció derramar su sangre por Cristo
(1936).
Beatificación: El 11 de
marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II lo beatificó junto a otros 232
mártires de la persecución religiosa en España.
Nace el 11 de octubre de 1911 en Alcalalí, pueblo
de la provincia de Alicante y de la diócesis de Valencia. Aprende las primeras
letras en el pueblo y, a los doce años, sus padres lo llevan a la escuela
seráfica de Godella de los terciarios capuchinos, donde estudia latín y
humanidades y hace su noviciado. El 15 de septiembre de 1928 emite sus primeros
votos religiosos y el 20 de diciembre de 1933, los perpetuos. El 24 de mayo de
1934 recibe el presbiterado. El resto de su vida lo dedica al servicio de la
juventud extraviada en centros destinados a la misión propia de la
congregación. Durante el verano de 1935 realiza un viaje de estudios por
Francia y Bélgica para dar solidez científica a los métodos pedagógicos de la
congregación, a la vez que inicia la carrera de medicina en la Universidad Central
de Madrid. Durante la persecución religiosa de 1936 halla cobijo en Madrid, en
casa de unos bienhechores. Allí espera a que llegue al refugio su superior, el
P. Bienvenido Mª de Dos Hermanas. Ante la tardanza, y arriesgando su vida,
vuelve los pasos en su búsqueda. Al amanecer del día siguiente, tres de agosto,
apareció su cadáver junto a las tapias del Reformatorio del Príncipe de
Asturias, en Madrid. El amor filial le llevó a ir en busca de su superior,
entregando su vida en el intento, por lo que fue un mártir del amor de Cristo.
El P. Francisco era muy elegante, más bien delgado y de aspecto normal. De
carácter dulce y extremamente amable. Era muy piadoso y en el pueblo causaba
una impresión ejemplar. Fue un religioso exquisitamente bueno e inteligente,
razón por la que le distinguían los superiores. Según sus biógrafos, se
mostraba muy prudente, hablaba muy poco y siempre con acierto. El tono de su
voz era suave y dulce. En él tenía puestas el Instituto grandes esperanzas. Fue
el benjamín de los mártires de la Familia Amigoniana.
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