Texto del
Evangelio (Lc 8,19-21): En aquel
tiempo, se presentaron la madre y los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero
no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus
hermanos están ahí fuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y
mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen».
«Mi madre y mis hermanos son
aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen»
Comentario:
Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé (Lleida, España)
Hoy leemos un hermoso pasaje del Evangelio. Jesús
no ofende para nada a su Madre, ya que Ella es la primera en escuchar la
Palabra de Dios y de Ella nace Aquel que es la Palabra. Al mismo tiempo es la
que más perfectamente cumplió la voluntad de Dios: «He aquí la esclava del
Señor: hágase en mí según tu palabra» (Lc
1,38), responde al ángel en la Anunciación.
Jesús nos dice lo que necesitamos para llegar a
ser sus familiares, también nosotros: «Aquellos que oyen...» (Lc 8,21) y para oír es preciso que nos
acerquemos como sus familiares, que llegaron a donde estaba; pero no podían
acercarse a Él a causa del gentío. Los familiares se esfuerzan por acercarse,
convendría que nos preguntásemos si luchamos y procuramos vencer los obstáculos
que encontramos en el momento de acercarnos a la Palabra de Dios. ¿Dedico
diariamente unos minutos a leer, escuchar y meditar la Sagrada Escritura? Santo
Tomás de Aquino nos recuerda que «es necesario que meditemos continuamente la
Palabra de Dios (...); esta meditación ayuda poderosamente en la lucha contra
el pecado».
Y, finalmente, cumplir la Palabra. No basta con
escuchar la Palabra; es preciso cumplirla si queremos ser miembros de la
familia de Dios. ¡Debemos poner en práctica aquello que nos dice! Por eso será
bueno que nos preguntemos si solamente obedezco cuando lo que se me pide me
gusta o es relativamente fácil, y, por el contrario, si cuando hay que
renunciar al bienestar, a la propia fama, a los bienes materiales o al tiempo
disponible para el descanso..., pongo la Palabra entre paréntesis hasta que
vengan tiempos mejores. Pidamos a la Virgen María que escuchemos como Ella y
cumplamos la Palabra de Dios para andar así por el camino que conduce a la
felicidad duradera.
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