martes, 24 de septiembre de 2019

Obesidad infantil: se previene con hábitos saludables, entorno propicio y fomento de actividad física

Considerada como una de las mayores amenazas de salud pública del siglo XXI, la obesidad infantil tiene una característica intrínseca y particular. No es una enfermedad que 'se contagia' por virus o bacterias, sino que se adquiere por la fijación de hábitos y conductas erróneas, tanto hacia los alimentos que se consumen como hacia los estilos de vida adoptados.
No solo el evidente exceso de peso es el primer indicador que alerta sobre un posible caso de obesidad en la niñez. También se detectan dificultades para dormir, ronquidos, cansancio excesivo, hipertensión y, últimamente, un alarmante crecimiento del índice de diabetes. La Lic. Micaela Remuzzi, nutricionista de los Centros de Diagnóstico DIM explica la fundamental importancia de su detección y abordaje tempranos para su atención y tratamiento en todo el grupo familiar.
Se considera que un niño es obeso cuando su masa grasa aumenta por encima del nivel normal. Ante la sospecha de su existencia, se debe acudir al especialista, para que pueda detectarla mediante el cálculo del Índice de Masa Corporal - IMC, estudios antropométricos o de bioimpedancia, que permitan evaluar el estado nutricional real del paciente.
De hecho, datos recientes revelados por la FAO, organismo dependiente de Naciones Unidas, Argentina ocupa el primer lugar dentro de los países de Latinoamérica con problemas de obesidad infantil. Los inconvenientes de exceso de peso se están desarrollando cada vez a más temprana edad y, además, de “una ingesta excesiva de alimentos procesados y con un elevado contenido en azúcares y productos químicos con escasos en nutrientes, pasando por el sedentarismo y la falta de actividad física, la obesidad infantil es multifactorial”, declara la Lic. Remuzzi. “No pueden excluirse los problemas emocionales y un verdadero cambio dietético cultural. Las condiciones para que la obesidad gane terreno en el cuerpo del niño, se generan de su propio entorno”.
“Los malos hábitos son la causa principal de la obesidad infantil. Son muy pocos los casos donde el factor genético influye” afirma Remuzzi. “Cuando un niño es obeso -para que el tratamiento funcione- el problema debe ser abordado por toda la familia, mediante un trabajo en conjunto. Los hábitos de todo el grupo familiar deben ser revisados, con el fin de corregir posibles fallas nutricionales. El objetivo es lograr que el niño pueda sentirse motivado y logre superar la enfermedad”.
La obesidad y el sobrepeso suelen confundirse, debido a que ambos diagnósticos señalan un aumento de la masa grasa por sobre el nivel normal. Se diferencian porque en el caso de la obesidad el paciente presenta un porcentaje de aumento de la masa grasa de mayor grado que en el sobrepeso.
Como prevenirla:
La prevención en estos casos es vital, ya que la obesidad infantil puede hacer que el niño sea propenso a otras enfermedades, como hipertensión, hígado graso, diabetes o patologías tiroideas. Además, acarrea desde su inicio problemas emocionales, por lo que su tratamiento debe ser acompañado con la ayuda psicológica necesaria, lo que permite aliviar muchos inconvenientes.
Algunas consideraciones generales:
·        Habituar al niño a ingerir comidas de elaboración casera.
·        Reducirle al máximo el consumo de alimentos procesados.
·        Darle a consumir alimentos elaborados mayormente con ingredientes naturales.
·        Incluir los deportes dentro de su disciplina, desde temprana edad.
·        Enseñarle el hábito del consumo de agua frecuente durante todo el día. BP

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