¿Sabías que es en la juventud en donde alcanzamos las más grandes
idealizaciones en nuestra vida? Estamos en ese momento de la vida en donde lo
podemos soñar todo ¡lo que sea!
Podemos visualizarnos estudiando en tal universidad, yéndonos de
mochilazo a “X” país, trabajar en una empresa o incluso crear la nuestra.
Colaborar para las más nobles causas, encontrar al amor de nuestra vida, hacer
las amistades con quienes compartir todos nuestros logros. ¡En pocas palabras,
podemos hacerlo todo!
Pero la pregunta es: ¿Qué es lo
que quieres? ¿En qué quieres invertir todos estos años? Hay tantas opciones e inimaginables
escenarios en donde podemos visualizarnos.
Antes que puedas pensar en alguna respuesta, me gustaría que reflexiones sobre lo siguiente:
Antes que puedas pensar en alguna respuesta, me gustaría que reflexiones sobre lo siguiente:
Tienes una vida y esa vida fue creada para algo. Tu vida tiene un
sentido de existencia. No puedes simplemente dejar que el tiempo te coma y
avances al compás de la rutina.
“You have one shot”
tienes una sola oportunidad para hacer bien las cosas. Si Dios supiera que una vida no es suficiente,
entonces nos hubiera dado más. Sin embargo no es así. Él sabe que con una sola
nos basta para encontrar el motivo que le da sentido a cada instante de nuestra
vida.
Personalmente, te cuento que he pasado por momentos de incertidumbre.
Desde no saber qué estudiar, ni en donde, hasta actualmente, no saber a qué me
quiero dedicar profesionalmente.
Dicha incertidumbre no es porque no tenga idea de lo que quiero hacer,
sino todo lo contrario, ¡lo quiero hacer TODO! Por momentos me dan ganas de ser
abogada y velar por la justicia de los más indefensos, luego quiero ser
empresaria y cuidar a mi gente e incluso me he planteado la vida religiosa para
dedicarme a Jesús de tiempo completo.
Te comparto un fragmento de Santa Teresita, cuando lo leí, no pude
contener las lágrimas, ella había pasado por la misma incertidumbre en la que
nosotros nos podemos encontrar:
“Siento la vocación de guerrero, de sacerdote, de apóstol, de doctor, de
mártir. En una palabra, siento la necesidad, el deseo de realizar por ti,
Jesús, las más heroicas hazañas… Siento en mi alma el valor de un cruzado, de
un zuavo pontificio. Quisiera morir por la defensa de la Iglesia en un campo de
batalla”.
¡Santa Teresita lo
quería hacer todo!
Dios ha permitido que en nuestros corazones se gesten los anhelos más
grandes, ¿Y sabes qué? El alma estará inquieta hasta que satisfaga todos esos
deseos.
Observa la energía y pasión que encerraba Santa Teresita en su corazón…
es la misma que llevamos dentro al querer trascender en esta tierra.
“Siento en mí la vocación de sacerdote, ¡con qué amor, Jesús, te
llevaría en mis manos cuando, al conjuro de mi voz bajaras del cielo! Siento vocación de apóstol… quisiera recorrer la tierra, predicar tu
nombre y plantar tu cruz gloriosa en suelo infiel. Quisiera ser misionera no sólo durante algunos años, sino haberlo sido
desde la creación del mundo y seguirlo siendo hasta la consumación de los
siglos…”
Santa Teresita se planteó muchos escenarios apetecibles, sin embargo
ninguno era la respuesta. Su corazón lo anhelaba todo.
¿No te has sentido así? Con ganas de comerte el mundo, con ganas de
entregarlo todo, de ver el cambio sin que pase otra generación. ¿No quieres ser
parte de la historia y tener anécdotas inigualables que contar a tus nietos?
San Pablo en la carta a los corintios nos da la respuesta a esta
incertidumbre.
“Hay diversidad de carismas, pero el espíritu es el mismo. Hay
diversidad de servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de
ACTIVIDADES pero uno mismo es el Dios que activa todas las cosas en todos… en
todo caso, anhelen los carismas más valiosos y todavía les voy a mostrar un
camino más excelente:
Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los
ángeles… aunque tuviera el don de hablar de parte de Dios y conociera todos los
misterios y toda la ciencia… aunque mi fe fuera tan grande como para trasladar
montañas, si no tengo AMOR nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes a los
pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve”.
¡Es el Amor! Estamos
hechos para plenificarnos en el Amor… Podemos ser los mejores arquitectos, podemos tener la mejor empresa,
incluso podemos tener la más bella familia, pero si no tenemos Amor, de nada
nos sirve.
El camino es el amor. El camino es la entrega total de tu ser al
servicio de los demás por amor al otro y sobre todo por amor a nuestro Señor.
Como decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”. Pero ama de verdad, sin condición, sin límite. Déjate guiar por el Amor
y no des otra cosa que el amor mismo.
Deseo que en esta cuaresma puedas descubrir el gran amor de Dios y que
arda en tu corazón. Aprovecha este tiempo para volcar todo tu ser a Dios y de
una vez por todas entregarte a Él.
Te comparto la conclusión a la que llegó Santa Teresita:
“Comprendí que el amor
encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor
abarcaba todos los tiempos y lugares… en una palabra, ¡que el amor es eterno! Entonces,
al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío… al fin he
encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor!” AGA
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