martes, 24 de septiembre de 2019

Juan Pedro Bengoa y Pablo María Leoz, Beatos

Mártires Pasionistas, 25 de Septiembre
Martirologio Romano: En la villa de Carrión de Calatrava, cerca de Ciudad Real, España, beatos Juan-Pedro (José) Bengoa Aranguren, presbítero, Pablo María (Pedro) Leoz y Portillo, religioso de la Congregación de la Pasión, fusilados por los milicianos que odiaban la Iglesia, durante el furor de la persecución religiosa ( 1936).
Fecha de beatificación: 1 de octubre de 1989 por S.S. Juan Pablo II.

En Carrión de Calatrava (Ciudad Real) fueron fusilados el día 25 de septiembre de 1936 tres religiosos, de los cuales dos eran pasionistas y uno marianista. Los pasionistas pertenecían al convento de Daimiel (Mártires Pasionistas de Daimiel) que fue mandado evacuar en la noche del 21 al 22 de julio de 1936; luego de recibir la absolución y la sagrada comunión los religiosos abandonaron el convento y se dividieron en grupos.
Uno de esos grupos lo formaron los dos pasionistas rememorados hoy, uno de los cuales era sacerdote. Ellos, junto al resto de los pasionistas del convento de Daimiel, fueron beatificados por el papa Juan Pablo II el día 1 de octubre de 1989.
El día 24 de septiembre habían sido arrestados en la fonda de Ciudad Real donde vivían, les llevaron al seminario, convertido en checa, y de allí sobre las diez de la noche los sacaron y los llevaron a Carrión de Calatrava, donde entrada la madrugada los asesinaron. Fueron arrojados sus cuerpos a un pozo, y ha sido luego imposible identificarlos entre tantos fusilados. Ahora descansan en el Valle de los Caídos. Estos son sus datos:
José María Bengoa Aranguren nació en Santa Águeda de Guesatíbar, en Guipúzcoa, el 19 de junio de 1890 en el seno de una familia numerosa y cristiana, que tenía una buena amistad con el cura de Santa Águeda, a la que éste correspondía enseñándole a José María latín y perfeccionando su educación literaria y moral. Decidida su vocación religiosa, ingresó el 15 de agosto de 1907 en la congregación pasionista, y al tomar el hábito cambió su nombre por el de Juan Pedro de San Antonio. Emitió los primeros votos el 9 de noviembre de 1908. En el verano de 1910 fue destinado a México, a la comunidad estudiantil de Toluca. Al llegar la revolución carrancista en 1914 los estudiantes hubieron de huir y esconderse. Entonces el cónsul español les facilitó la salida del país y se fueron a los Estados Unidos, donde el 17 de junio de 1916 fue ordenado sacerdote.
A poco fue destinado a Cuba, y casi enseguida volvió a España, a Daimiel. Pero a comienzos de 1921 volvía a México como superior de la casa de Toluca. Aquí trabajó con gran celo. En 1923 volvió a España para el capítulo provincial. Quedó de vicario en Corella y se ocupó de la predicación por los pueblos cercanos. En 1926 fue destinado a Daimiel y a poco de rector de la nueva casa de Zaragoza. En 1932 volvía de vicario a Daimiel. Ya tenía la salud resentida pero no dejó de predicar por los pueblos del contorno. Llegada la revolución y al tener que dispersarse los religiosos, el P. Juan Pedro y su compañero el hermano Pablo María llegaron con gran trabajo a Ciudad Real, donde se hospedaron en una fonda, en la que hallaron al tercer mártir de hoy, el marianista Jesús Hita. Se levantaban a las cinco, hacían oración, rezaban el rosario completo y vivían en humildad y paciencia, esperando la voluntad de Dios. Cuando lo iban a fusilar, apretó el crucifijo contra el pecho y dio vivas a Cristo Rey.
Pedro Leoz Portillo nació en Leoz (Navarra) el 16 de febrero de 1882 en una familia que dio también otros hijos a la Iglesia y que los educó a todos en la fe cristiana con mucho esmero. Fue un niño y un joven de hermosas costumbres. A los 26 años optó por la vida religiosa en la misma Congregación Pasionista en la que ya tenía un hermano, renunciando a marchar a América en busca de fortuna como hasta entonces tenía pensado. Había rechazado también un matrimonio y había dejado de pensar en la Cartuja, a la que se sintió inclinado. Profesó el 8 de septiembre de 1909 como hermano coadjutor con el nombre de Pablo María de San José. Estuvo once años en Corella, luego pasó a Daimiel, de ahí a Zaragoza, y en 1929 vuelve a Daimiel como portero y luego limosnero, oficio éste en el que recibió muchos insultos, ante los que él callaba y sonreía. Llegada la revolución se fue con el P. Juan Pedro, a cuyo lado estuvo en la fonda, donde él hacía la cocina y ayudaba cuanto podía, y de ahí fue sacado para el supremo sacrificio.

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