En el transcurso del tiempo, en la vida de pareja
pueden ir surgiendo diversos acontecimientos y hechos que pueden ir dañando la
relación, es aquí donde nos vamos encontrando con el tema del perdón, que
muchas veces resulta ser todo un reto, pero como bien indica el refrán: “a
mucho amor, mucho perdón”.
En el matrimonio se suele ser más exigente en el
ámbito emocional con la pareja que con el resto de las personas y esto se debe
sencillamente a que solemos tener expectativas altas de esa persona a la que
amamos, a la que le entregamos nuestra confianza y nuestra vida. Pensemos en
una persona que nos encontramos en el supermercado y se muestra intolerante e
incluso un tanto agresiva, seguramente al salir del lugar y haber pasado unas
horas no pasará de un momento incomodo; en cambio si esta misma actitud surge
de nuestra pareja en alguna ocasión, no tiene los mismos efectos, nos vemos más
“afectados” en cuanto a intensidad y tiempo. Como bien anotaba William Blake,
“es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo” y yo añadiría que es más
fácil perdonar a un amigo que a la pareja en muchas de las veces.
Ante el panorama de que se pueden ir generando
heridas a lo largo de la relación, incluso muchas veces sin la intención
directa de causar daño, vamos percibiendo que el perdón es un tema fundamental
en el amor, tanto así que “el que es incapaz de perdonar es incapaz de amar”
indicaría Martin Luther King. El perdón es una manifestación del amor,
Reinhold Niebuhr mencionaría
incluso que “el perdón es la forma
definitiva del amor”.
No puede ignorarse y dejar de lado que el perdonar,
pocas veces resulta ser algo fácil y sencillo, no podemos hacernos como niños
de preescolar que simplemente nos damos la mano y el daño ha pasado, ya lo
decía Gandhi: “perdonar es el valor
de los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una
ofensa, sabe amar”. Cuando se ama es cuando más deberíamos perdonarnos y
pareciera que es donde menos lo hacemos al ver a parejas que viven con rencor
en lugar de reconciliación.
También suele dificultársenos perdonar porque no
alcanzamos a comprender bien lo que es el perdón y lo que implica, dejándole al
tiempo la esperanza de que cure los sinsabores de nuestra relación. Pero
perdonar, aunque sí necesita de tiempo para muchas personas, requiere más que
eso; “el perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no
sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor”. Para perdonar,
principalmente tenemos que querer perdonar, se requiere de la voluntad y la
iniciativa de nosotros, el perdonar a alguien, a nuestra pareja, depende de
nosotros, no lo podemos delegar a nadie más.
Por otra parte, tiene que quedarnos claro que “perdonar no es olvidar, es recordar sin
dolor, sin amargura, sin la herida abierta; perdonar es recordar sin andar
cargando eso, sin respirar por la herida, entonces te darás cuenta que has
perdonado”. Incluso el perdón en sí mismo no implica reconciliación, pero
en la pareja, el llegar a la reconciliación será esencial.
Algo que nos ayudará en el proceso del perdón es el
tomar conciencia de que nosotros mismos no somos perfectos, podemos cometer
errores y estamos sujetos a encontrarnos en el escenario en el cual nosotros
somos los que pedimos perdón. De igual manera el tratar de comprender y
entender a la pareja nos facilitará tener el beneficio y la liberación del
perdón.
Importantísimo el perdonar para tener una buena
relación de pareja, pero más importante el no dañar y causar heridas a la
persona que amamos, es por eso que tenemos que hacer todo lo posible para
evitar el que lleguemos a la situación de tener que pedir perdón. En palabras
de José Ingenieros: “Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también
a no ofender. Sería más eficiente”. FPD
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