El libre acceso a la información en línea debería
tener como misión introducir a las personas en algún concepto primario y darles
herramientas que los lleven directamente a la consulta con un profesional
médico. Desde los Centros de Diagnóstico DIM alertan sobre cómo manejar esta
actividad para prevenir que la búsqueda de una solución inmediata y sin
supervisión genere consecuencias negativas que pueden afectar considerablemente
la salud.
Ocasionalmente, la información que se genera en
internet puede no ser fidedigna o científicamente comprobada. De hecho,
cualquier persona puede publicarla y muchas veces los buscadores generan
sugerencias con diversos criterios para que determinado contenido aparezca
primero. Lo cual, claramente, no tiene que ver con el detalle de la
información, sino con el hecho de poder atraer el usuario a determinadas
páginas.
Para la Dra. Mariana García, médica psiquiatra de los Centros de Diagnóstico DIM, «ésta actividad se torna compulsiva cuando el paciente no logra dejar de hacerlo y, lejos de ser placenteros o tranquilizadores los datos obtenidos, generan malestar. Las personas que realizan esas búsquedas de información, lo hacen con la finalidad de disminuir la ansiedad o angustia que les produce alguna percepción, dolor o sensación corporal. Muchas veces algunas de esas sensaciones físicas son normales, sin embargo, algunos pacientes hacen un registro exagerado de las mismas y las interpretan de manera errónea. A partir de ahí comienzan a buscar información o respuesta a estos síntomas o temores y generalmente estas búsquedas -lejos de aliviar la ansiedad- la agudiza, ya que van generando un círculo vicioso donde cada vez necesitan consultar más».
Para la Dra. Mariana García, médica psiquiatra de los Centros de Diagnóstico DIM, «ésta actividad se torna compulsiva cuando el paciente no logra dejar de hacerlo y, lejos de ser placenteros o tranquilizadores los datos obtenidos, generan malestar. Las personas que realizan esas búsquedas de información, lo hacen con la finalidad de disminuir la ansiedad o angustia que les produce alguna percepción, dolor o sensación corporal. Muchas veces algunas de esas sensaciones físicas son normales, sin embargo, algunos pacientes hacen un registro exagerado de las mismas y las interpretan de manera errónea. A partir de ahí comienzan a buscar información o respuesta a estos síntomas o temores y generalmente estas búsquedas -lejos de aliviar la ansiedad- la agudiza, ya que van generando un círculo vicioso donde cada vez necesitan consultar más».
Consecuencias
negativas:
1.- Riesgos de autodiagnosticarse o automedicarse: El paciente puede definir su enfermedad y
aplicarse el tratamiento que cree adecuado basado en la información que
encuentra en la web, lo que es muy peligroso para su salud.
2.- La Nosofobia: Es el miedo a padecer la enfermedad en un futuro,
la persona no va al médico por temor a ser diagnosticado, y puede llevar al
paciente a decidir no querer consultar ni buscar un diagnóstico.
3.- Hipocondría o trastorno de ansiedad por
enfermedad: En este
caso el paciente cree que padece la enfermedad en tiempo presente. Transforma
su búsqueda en internet en un sustituto o paralelo a la consulta médica, ya que
permanentemente está en búsqueda de un diagnóstico que justifique su creencia
de que está enfermo y los síntomas que presenta.
4.- Abandonar tratamientos tradicionales
científicamente comprobados y avalados por tratamientos sin ningún basamento
científico: Como por
ejemplo adherirse a dietas que ponen en riesgo la salud.
La
Cibercondría y su relación con el trastorno de ansiedad generalizada
Aunque esta conducta está relacionada con el
trastorno de ansiedad generalizada, más que nada está asociada a los pacientes
hipocondríacos. Actualmente en el DSM-5, que es el Manual Diagnóstico y Estadístico
de los Trastornos Mentales, la hipocondría ya no se denomina de esa forma, sino
que está definida como trastorno de ansiedad por enfermedad, y ese tipo de
pacientes tienen mayores chances de desarrollar la ‘cibercondría’, y viceversa.
«Si bien los pacientes con rasgos de trastornos de
ansiedad o compulsivo, tienen mayores riesgos de desarrollar cibercondría, no
todos los que acceden a internet están expuestos a desarrollarla, sino que
depende de la vulnerabilidad del sujeto, el exceso de información y las
características de la misma que hace que el individuo quede atraído a esa
información», explica la profesional.
Influye también que haya algún antecedente
familiar. En ese caso el riesgo de padecer alguno de estos trastornos es mayor.
Todo lo que tiene que ver con trastornos de ansiedad y algunos trastornos
obsesivos tiene mucho que ver con la heredabilidad.
A pesar de no haber datos epidemiológicos
confiables, este tipo de conducta es claramente más frecuente en mujeres y las
búsquedas son las relacionadas con el cáncer, directamente vinculada a la
incidencia e incertidumbre que genera y por la gravedad de la patología. Otras
especialidades consultadas son pediatría y la dermatología por razones de
estética.
¿Cómo debe
ser tratada?
La Dra. Mariana García, explica que «desde el punto
de vista psiquiátrico, generalmente para este tipo de trastornos la
psicoterapia funciona. Especialmente la de tipo cognitivo conductual que
contribuye a ayudar a evitar esas conductas compulsivas. La psicofarmacología
también aporta herramientas para tratar los trastornos de ansiedad».
«Lo más importante es que el médico pueda entablar
un buen vínculo con su paciente, ya que la gran mayoría que llega a un
consultorio, más de 80%, ha estado investigando en cuanto a su salud. Incluso
llegan a la consulta con una idea propia de cuál es el diagnóstico y eso es
peligroso. Lo importante es escucharlo atentamente, conocer sus dudas y
explicarle claramente el diagnóstico y el tratamiento a seguir, así como las
distintas alternativas y cuáles van a ser los efectos adversos que puede
producir la automedicación» completa la profesional.
Buscar información no es en sí mismo un obstáculo,
hacerlo en forma compulsiva sí lo es. El hecho de que el paciente tenga
inquietudes y busque información resulta positivo en la medida que lo hace más
responsable en relación a su salud. La situación cambia cuando el paciente, en
su búsqueda continua, se informa sobre algún tratamiento y cree que puede
presentar determinado efecto adverso o complicación. Allí se empieza a
manifestar un sesgo o prejuicio y puede desarrollar el ‘efecto nocivo’ (cuando
presenta un efecto negativo al tratamiento, que no está relacionado con el
mecanismo de acción del fármaco). BP
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