Una frecuencia cardíaca rápida, conocida por los
profesionales como taquicardia, tiene lugar cuando el corazón de un adulto
comienza a latir a más de cien latidos por minuto. Puede ser un asunto
aterrador, ya que puede resultar difícil respirar y el pecho podría sentirse
como si algo estuviera revoloteando dentro de él. Este artículo te ayudará a
determinar si tienes taquicardia o no, y si es así, qué puedes hacer al
respecto.
Cada persona tiene su propio ritmo de pulso en
reposo estándar, que se define como la cantidad total de latidos que una
persona experimenta en un minuto en reposo. Por lo general, se ubica entre 60 y
100 latidos por minuto, pero puede cambiar con el tiempo según los niveles de
condición física y la edad.
Si tu corazón late menos de 60 veces por minuto, no
significa automáticamente que debas preocuparte. Es bastante común que los
atletas profesionales o los que van al gimnasio tengan ritmos cardíacos bajos
que rondan los 60 o menos, y esto se debe a que el corazón de una persona apta
no necesita trabajar tan duro para bombear sangre por todo el cuerpo.
Ciertos tipos de medicamentos, como los
bloqueadores beta, pueden hacer que tu ritmo cardíaco disminuya, sin embargo,
debes controlar tu ritmo cardíaco a diario si estás tomando medicamentos
recetados que podrían afectar el corazón. Tu médico necesitará saber acerca de
las fluctuaciones de los latidos del corazón, especialmente si están conectados
a algún medicamento que estés tomando.
Por otro lado, un corazón que late demasiado rápido
es mucho más probable que implique un problema de salud subyacente. Esto podría
ser el resultado de ansiedad, problemas emocionales, fiebre, uso excesivo de
cafeína, abuso de drogas, actividad física rigurosa, terror extremo o incluso
anemia.
Si tu ritmo cardíaco acelerado se acompaña de
alguno de los siguientes síntomas, debes buscar atención médica inmediata:
·
Mareos
·
Fatiga
·
Una enfermedad inexplicable
·
Un pulso acelerado.
·
Aleteo del pecho, presión o estrechez.
Si tu corazón acelerado no parece ser una
emergencia médica, entonces puede reducir la velocidad echándote un poco de
agua fría en la cara, meditando o realizando ejercicios de respiración
profunda. Los episodios regulares pueden deberse a hábitos como beber alcohol,
consumir demasiada cafeína o fumar, por lo que es posible que desees considerar
eliminarlos de tu vida.
Para medir tu ritmo cardíaco, asegúrate de estar
descansando antes de colocar el índice y el tercer dedo en el cuello al lado de
la tráquea. También puedes verificarlo colocando tus dos dedos entre el tendón
y el hueso sobre tu arteria radial, ubicada en el lado de la muñeca de tu
pulgar. Cualquiera que sea el método que elijas adoptar, simplemente usa un
cronómetro para cronometrarte durante 15 segundos, mientras cuentas cada latido
en voz alta. Cuando estés listo, simplemente multiplica tu resultado por 4 para
averiguar cuál es tu verdadero ritmo cardíaco.
Una vez que adquieras el hábito de controlar
regularmente tu frecuencia cardíaca, obtendrás una buena idea de cuál es tu
frecuencia cardíaca habitual, lo que también facilitará mucho más el
diagnóstico de problemas cardíacos futuros. También puedes optar por mejorar tu
sistema cardiovascular estableciendo una frecuencia cardíaca objetivo a la que
aspirar. Por supuesto, para lograr tu objetivo, deberás comenzar a hacer
ejercicio todos los días durante un mínimo de 20 a 30 minutos cada día.
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