“El mayor espectáculo del
mundo es ver un hombre esforzado luchando solo contra la adversidad; pero hay
uno todavía más sorprendente y es el ver a otro hombre lanzarse en su ayuda sin
que este se lo pida”.
Valores humanos: viviendo la sobriedad. Vivir la sobriedad nos
permite controlar nuestros deseos e impulsos, sin embargo no siempre es fácil
saber aplicar este valor en la vida ordinaria. Porque existen
recuerdos, situaciones, acontecimientos, personas, que más que huellas han
dejado heridas en el alma y se convierten en la piedra en el zapato que no nos
deja avanzar puesto que duele y lastima cada vez que intentamos caminar. Por
esto urge, es necesario aprender a perdonar…
Y el perdón… es la
medicina que sana el dolor del alma, es el sentimiento que devuelve la
esperanza, es el milagro que renueva o restaura, es la magia que nos permite
recordar sin sufrir, y muchas veces olvidar aquello que tanto nos hizo llorar,
nos robó la fe en el amor, en la amistad, en Dios, en uno mismo, en los demás.
Perdonar: Por
ello debemos aprender a Perdonar; quizás a Dios, no porque haya hecho algo mal…
sino por aquello por lo que lo hemos culpado: enfermedades, accidentes,
consecuencias de los errores de la humanidad, infertilidad, hijos con
características no esperadas, abundancias o carencias, inconformidades propias
que nos impiden encontrar la paz. Hacemos de nuestra oración un muro de
lamentos, nos alejamos de Él porque no logramos entender o discernir cuál es su
voluntad, le culpamos de los errores de otros…
Sanar:
Para poder renovar nuestro interior, es preciso liberar de toda culpa a Dios,
aprender a descubrir y experimentar su inmenso amor y encontrar en él la sanación
interior… Hay casos en los que nos cuesta reconocer, que es a
nosotros mismos a los que debemos perdonar; porque nos culpamos de muchas de
las cosas que pasan a nuestro alrededor, juzgamos muy severamente nuestros
errores, nos atormentamos por lo que dejamos de hacer o hicimos mal; divorcios,
muertes, separaciones, palabras dichas y otras que no se dijeron, flores
marchitas, historias de amor y amistad que no lograron terminar de escribirse o
que tuvieron un triste final… y nos quedamos estancados en el pasado sin poder
avanzar; negándonos la oportunidad de empezar de nuevo, liberarnos, restaurar,
renovar… Perdonarnos, es ser capaces de
aceptar e indultar nuestra propia humanidad; pasar la hoja, atrevernos a
escribir un nuevo capítulo de nuestra historia personal.
Para encontrar la paz del
alma, hace falta perdonar también a los demás; la palabra que dolió, la
traición que golpeó, la acción que la vida destrozó, el abandono que dejó
vacíos internos, la omisión, la indiferencia, los acosos, el cansancio, la
fragilidad humana del otro que tanto hirió, que robó la fe, la esperanza de
creer en el amor, en la amistad, aún en el mismo perdón…
Perdonar al otro es
liberarnos de sentimientos que causan mucho más dolor; porque nos encasillan en
hechos que ya pasaron, en tormentas que cesaron, en diluvios y terremotos que
aunque arrasaron con lo mejor de nosotros mismos, no todo se lo han robado;
porque mientras nuestro corazón siga latiendo, tenemos la oportunidad de seguir
viviendo, restaurando lo que está destruido, renovar el corazón herido,
devolviendo la fe y la paz que se había perdido…
Restaurar:
El perdón sale de nosotros mismos, de nuestra capacidad de amar, de volver a
empezar… El aprender a perdonar surge de esa experiencia que tengamos del
Amigazo Dios que nos enseñó a perdonar, saldando El mismo todas nuestras
deudas, liberándonos de toda culpa, regalándonos la nueva vida en el amor que a
diario nos manifiesta, en esa cruz, que más que condenarnos nos redime y nos
libera…
Perdonar es empezar de
nuevo, amar con tanta intensidad que hagamos del perdón el milagro que restaure
nuestra vida, le devuelva la paz y la esperanza perdida; y nos llene de fuerza
y fe para hacer nuestros sueños realidad…
Renovar:
Por ello, revisa tu interior y piensa: ¿Qué te hace falta perdonar? ¿Qué te
impide avanzar?… ¿Estás listo para empezar de nuevo, reparar, restaurar,
renovar?… Solo Dios nos da esa capacidad de perdonar; de El recibimos y
aprendemos el perdón que le devuelve la paz al corazón… Cada día en nuestra
oración repetimos: Perdónanos como perdonamos… Digámosle también, enséñanos a
perdonar como Tú nos has perdonado… JF
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