Sacerdote,
23 de Julio
Martirologio Romano: En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Juan Casiano,
presbítero, que fundó un monasterio para varones y otro para mujeres, y, como
fruto de su larga experiencia en la vida monástica, escribió para los monjes
dos obras: Instituciones Cenobíticas y Conferencias de los Padres (c. 435).
Etimológicamente: Juan =
Dios es misericordioso, es de origen hebreo.
El patriarca de la vida monástica, a quien se llama
simplemente Casiano, nació hacia el año 360, probablemente en Dobruja, ciudad
de Rumania. No es imposible que haya luchado contra los godos en la batalla de
Andrinópolis. Alrededor del año 380, partió con un amigo suyo llamado Germán, a
visitar los Santos Lugares. Ambos se hicieron monjes en Belén. Pero en aquella
época, el centro de la vida contemplativa era Egipto. Así pues, los dos amigos
se trasladaron allá y visitaron uno a uno en la soledad a los famosos santos
varones “que estaban llamados a desempeñar una alta misión en el mundo: no sólo
la de orar por él, sino la de edificar e instruir a las generaciones futuras”
(Ullathorne). Durante algún tiempo, Casiano y Germán llevaron vida eremítica
bajo la dirección de Arquebio. Después, Casiano se trasladó al desierto de
Esquela para hablar con los anacoretas que habitaban en cuevas excavadas en la
ardiente roca y para vivir en los ‘cenobios’ o monasterios de los monjes. No
sabemos por qué razón, Casiano emigró a Constantinopla hacia el año 400. Ahí
fue discípulo de San Juan Crisóstomo, quien le confirió el diaconado. Cuando se
depuso al gran santo, contra todas las leyes canónicas y contra toda justicia,
Casiano fue uno de los legados enviados a Roma para defender la causa del
arzobispo ante el Papa San Inocencio I. Tal vez en Roma recibió la ordenación
sacerdotal, pero no volvemos a saber nada de él hasta que le encontramos en
Marsella, varios años después.
Ahí fundó Casiano dos monasterios: uno para monjes, en el sitio en que había sido sepultado el mártir San Víctor, y otro para religiosas. Casiano y sus monasterios habían de irradiar en el sur de la Galia el espíritu y el ideal ascético de Egipto. Para guía e instrucción de sus discípulos, Casiano compuso sus ‘Conferencias’ o ‘Colaciones’ y las ‘Reglas de la vida monástica’. Ambas obras estaban destinadas a ejercer una influencia inmensamente mayor de lo que su autor pudo sospechar. En efecto, San Benito las recomendó, junto con las ‘Vitae Patrum’ y la Regla de San Basilio, como la mejor lectura que sus monjes podían hacer después de la Biblia. También es sensible la influencia de Casiano en la Regla de San Benito y en su espiritualidad, de suerte que puede decirse que Casiano influenció a la cristiandad entera a través de San Benito. En los cuatro primeros libros de las ‘Reglas de la vida monástica’ describe la forma de vida que deben llevar los monjes; el resto de la obra está consagrado a las virtudes que deben tratar de adquirir y a los pecados mortales en los que más peligro tiene dé caer. Casiano dice en el prefacio de dicha obra: ‘No voy a describir milagros y prodigios ni a contar anécdotas. Porque, aunque mis mayores me contaron muchas cosas increíbles y aunque me ha sido dado presenciar algunas con mis propios ojos, el repetirlas produce simplemente asombro en el lector, pero no contribuye a instruirle en el camino de la perfección’. Tal sobriedad es característica de Casiano.
Ahí fundó Casiano dos monasterios: uno para monjes, en el sitio en que había sido sepultado el mártir San Víctor, y otro para religiosas. Casiano y sus monasterios habían de irradiar en el sur de la Galia el espíritu y el ideal ascético de Egipto. Para guía e instrucción de sus discípulos, Casiano compuso sus ‘Conferencias’ o ‘Colaciones’ y las ‘Reglas de la vida monástica’. Ambas obras estaban destinadas a ejercer una influencia inmensamente mayor de lo que su autor pudo sospechar. En efecto, San Benito las recomendó, junto con las ‘Vitae Patrum’ y la Regla de San Basilio, como la mejor lectura que sus monjes podían hacer después de la Biblia. También es sensible la influencia de Casiano en la Regla de San Benito y en su espiritualidad, de suerte que puede decirse que Casiano influenció a la cristiandad entera a través de San Benito. En los cuatro primeros libros de las ‘Reglas de la vida monástica’ describe la forma de vida que deben llevar los monjes; el resto de la obra está consagrado a las virtudes que deben tratar de adquirir y a los pecados mortales en los que más peligro tiene dé caer. Casiano dice en el prefacio de dicha obra: ‘No voy a describir milagros y prodigios ni a contar anécdotas. Porque, aunque mis mayores me contaron muchas cosas increíbles y aunque me ha sido dado presenciar algunas con mis propios ojos, el repetirlas produce simplemente asombro en el lector, pero no contribuye a instruirle en el camino de la perfección’. Tal sobriedad es característica de Casiano.
Es curioso que el Martirologio Romano no mencione a
Casiano. Sin duda que Baronio no quiso incluirle en él, porque en su época se
le consideraba como el iniciador y el principal exponente de las enseñanzas que
ahora se conocen con el nombre de semipelagianismo. Casiano expuso su teoría en
su tratado ‘Acerca de la Reprobación y de la Gracia’, en el curso de una
controversia acerca de San Agustín; basándose en dicho tratado, se puede tachar
a Casiano de ‘anti-agustinista’, pero no de semipelagiano. El santo pasó todo
el resto de su vida en Marsella, donde murió hacia el año 433. Los bizantinos
celebran su fiesta el 29 de febrero.
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