Para conocer cómo mantener un cerebro sano y
estimulado, en su día (22 de Julio) y todos los días, los profesionales de
INECO nos proponen este recorrido que inicia con un cuadro de situación marcado
por el aumento de la expectativa de vida y termina focalizando en la
importancia de un factor muchas veces pasado por alto al pensar en la salud:
las emociones.
El contexto:
envejecimiento poblacional y enfermedades del cerebro en aumento
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima
que en 2050 más de 1 de cada 5 personas será mayor de sesenta años. Es algo
inédito en la historia de la humanidad, que sumado a la fuerte caída en la tasa
de natalidad, está provocando un rápido envejecimiento en las poblaciones de
todo el mundo, incluida Argentina.
Ahora bien, ¿envejecer es sinónimo de enfermedad?
No, pero sabemos que la edad aumenta las posibilidades de padecer enfermedades
que afectan el funcionamiento cerebral. Entre ellas se encuentran las
demencias, que según la OMS afectan a 50 millones de personas en el mundo. De
esos casos, entre el 60-70% corresponden a la más conocida de las demencias, la
enfermedad de Alzheimer, que afecta en el país a más de 500 mil personas.
Por todo esto, es importante trabajar sobre los
hábitos y comportamientos que podemos modificar hoy, para tener un
envejecimiento saludable el día de mañana. Como ejemplo podemos mencionar
alimentarse de manera saludable y controlar los factores de riesgo
cardiovascular (sedentarismo, tabaquismo, hipertensión, obesidad en la adultez,
diabetes, depresión y una baja educación formal).
Entrenar el
cuerpo pero también el cerebro
Otro de los factores que protegen la salud cerebral
es la actividad física. Entre los beneficios que aporta se encuentran:
·
La disminución del riesgo de deterioro cognitivo
·
Mejoría del estado de ánimo
·
El aumento de la sensación de bienestar
·
La mejoría de la calidad del sueño
·
La disminución de la ansiedad
·
Además, disminuye el riesgo de enfermedad
cardiovascular, accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2, síndrome metabólico
y caídas.
Pero además del entrenamiento físico, es posible (y
necesario) entrenar el cerebro. Así como sentimos el paso del tiempo en nuestro
cuerpo, también suele afectar algunas funciones cognitivas tales como la
velocidad de procesamiento, la memoria reciente y la capacidad de encontrar las
palabras con igual rapidez.
El entrenamiento de las funciones mentales se
vuelve clave para enfrentar estos problemas, porque una mente activa y
estimulada por el aprendizaje y los desafíos intelectuales ayuda a mantener un
cerebro joven. Algunos expertos hablan de esto como una 'reserva cognitiva',
que mejora las conexiones cerebrales para hacer frente a las enfermedades
cerebrales anteriormente mencionadas.
Al cuidar tu
corazón, estás cuidando tu cerebro
Hoy sabemos que lo que es bueno para nuestro
corazón, lo es también para nuestro cerebro. No solo porque, como dijimos,
controlar los factores de riesgo cardiovascular es beneficioso para nuestra
salud cerebral; sino también porque el apoyo social, igual que el optimismo,
tienen un gran impacto en el sistema inmunológico, cumpliendo un rol protector
en el ser humano.
Es así que al viejo proverbio ‘mens sana in corpore sano’, hoy deberíamos sumarle otra frase:
corazón contento, cerebro sano. Sucede que las emociones y lazos sociales
positivos funcionan como un escudo que protege la salud cerebral.
Podemos decir que la vida social cuida el cerebro,
por eso es de suma importancia mantener una buena salud emocional, ya que el
estrés, la depresión, la soledad y la ansiedad tienen consecuencias negativas
para las funciones intelectuales. En cambio, los vínculos perdurables y
positivos afectan las funciones psicológicas, fisiológicas y de comportamiento
para bien, siendo factores que nos ayudan a experimentar bienestar. CZ y GD
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