En España, un estudio del Proyecto
ZARADEMP ha documentado que la ansiedad clínicamente significativa aumenta casi
tres veces el riesgo de demencias (denominados ahora “trastornos neurocognitivos
mayores” por la American Psychiatric Association).
ZARADEMP, que desde hace más de
dos décadas investiga la salud de los mayores de 55 años en una muestra
representativa de la población general de Zaragoza, estudia estas enfermedades,
que incluyen la más frecuente de ellas, el Alzheimer, y las demencias
vasculares.
El estudio ha sido realizado por
Javier Santabárbara, Raúl López-Antón, Concepción de la Cámara, Elena Lobo,
Patricia Gracia García, Beatriz Villagrasa, Juan Bueno-Notivol, Guillermo
Marcos y Antonio Lobo, investigadores del CIBER de Salud Mental, de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Zaragoza (Departamentos de Medicina Preventiva
y Salud Pública y de Medicina y Psiquiatría) y del Programa de Neurociencia del
Instituto de Investigación Aragón. Los resultados se han publicado en el Acta
Psychiatrica Scandinavica, una de las principales revistas internacionales de
psiquiatría.
El trabajo se ha realizado en una muestra de 4.057 personas libres de demencia y de deterioro cognitivo en la primera “ola” del Proyecto ZARADEMP (el estudio de base), cuyos supervivientes se volvieron a examinar en dos nuevas “olas” del estudio, hasta los cuatro años y medio. En la “ola” de base se identificaron 91 personas con ansiedad clínicamente significativa (además de un grupo mucho más nutrido de personas con síntomas de ansiedad de menor intensidad o subcasos), de las cuales desarrollaron una demencia en el periodo de estudio el 7,7%, mientras en los individuos sin ansiedad sólo el 2,9% fue diagnosticado de demencia en el seguimiento.
El trabajo se ha realizado en una muestra de 4.057 personas libres de demencia y de deterioro cognitivo en la primera “ola” del Proyecto ZARADEMP (el estudio de base), cuyos supervivientes se volvieron a examinar en dos nuevas “olas” del estudio, hasta los cuatro años y medio. En la “ola” de base se identificaron 91 personas con ansiedad clínicamente significativa (además de un grupo mucho más nutrido de personas con síntomas de ansiedad de menor intensidad o subcasos), de las cuales desarrollaron una demencia en el periodo de estudio el 7,7%, mientras en los individuos sin ansiedad sólo el 2,9% fue diagnosticado de demencia en el seguimiento.
Esas cifras corresponden a tasas
de incidencia (casos nuevos por 1.000 personas y año) de 20,2 en los casos de
ansiedad clínicamente significativa y de 7,28 en los individuos libres de
ansiedad, lo que significa una tasa casi tres veces superior en los
primeros.
Puesto que se conocen diversos
factores de riesgo de las demencias, sobre todo la edad avanzada, pero también
factores como los demográficos, diversas enfermedades médicas (enfermedades
vasculares, etc.), el estado de salud general, etc., todos esos factores
tuvieron que ser controlados en el análisis estadístico.
Tras ello, el análisis ajustado y
multifactorial dio como resultado que el riesgo de demencias es 2,74 veces mayor
en las personas con ansiedad clínicamente significativa en relación con las
personas libres de ansiedad.
Este tema ha sido abordado
previamente en algunos estudios internacionales de grupos investigadores muy
potentes. Pero, a diferencia de estudios previos, el trabajo de Zaragoza ha
utilizado un modelo estadístico de riesgos competitivos, que minimiza la
probabilidad de sobreestimar el riesgo de enfermedad en poblaciones con alto
riesgo de mortalidad, como son los muy mayores.
Por estos avances metodológicos, y
por la relevancia de los resultados, el Acta Psychiatrica Scandinavica le
dedica al trabajo un Editorial y destaca, además, que también en contraposición
a estudios previos centrados en síntomas de ansiedad, se estudia aquí la
ansiedad clínicamente significativa, la que requiere una intervención clínica y
un tratamiento adecuado.
Puesto que, por otra parte, se
descartaron en la primera “ola” o estudio de base todos los individuos que ya
tenían un deterioro cognitivo por leve que fuese, se argumenta vigorosamente
que la ansiedad documentada es un auténtico factor de riesgo y no la
manifestación prodrómica o premonitoria de una incipiente demencia, como
defendían algunos estudios previos.
Claro que, como también subraya el
editorial, la prueba casi definitiva de que la ansiedad es un auténtico factor
de riesgo debería venir de un “ensayo clínico”, un estudio de intervención
adecuadamente controlado, que pudiese documentar que el tratamiento con éxito
de la ansiedad clínicamente significativa en los mayores disminuye de hecho la
incidencia de demencia. BP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario