viernes, 5 de abril de 2019

Insuficiencia renal: la importancia de una buena nutrición

Los riñones son los encargados de procesar/filtrar aproximadamente 200 litros de sangre para poder eliminar los productos de desecho y el exceso de agua.
Cuando el riñón disminuye la capacidad de filtrado hablamos de insuficiencia (IR) o fallo renal. Existen distintos grados de fallo y de acuerdo a la gravedad hablamos de Enfermedad renal crónica (cuando el riñón va perdiendo su función de forma paulatina) o (Enfermedad renal aguda) cuando la pérdida de la función es repentina.
En nuestro país, el 10% de la población padece enfermedad renal crónica y el 12,4% son mujeres. La mayoría de ellos desconoce esta situación.
Las personas con diabetes, hipertensión arterial, insuficiencias hepáticas, cardíacas, obesidad, son la población con mayor riesgo a desarrollar IR (insuficiencia renal).
Es muy importante destacar, que se debe mantener una alimentación balanceada para disminuir el deterioro de la función renal. Cada paciente deberá seguir un plan de alimentación acorde a su situación de gravedad, para esto es indispensable el trabajo interdisciplinario de los distintos profesionales.
FUNDAMENTOS DE UNA BUENA NUTRICIÓN
Debido a que los riñones ayudan a mantener el equilibrio adecuando de nutrientes y minerales en el cuerpo, los pacientes tienen que controlar la ingesta de calorías, proteínas, sodio, potasio, fósforo y calcio en su dieta. De esta manera ayudamos a controlar la acumulación de residuos y líquidos en la sangre y por ende disminuimos el trabajo de los riñones.
1.     Proteínas:
Las proteínas son necesarias para formar músculo, reparar tejidos, controlar infecciones. El exceso de las mismas genera mayor cantidad de residuos para ser eliminados por los riñones.
¿Dónde las encontramos?
·        Proteínas de origen animal: Huevos- lácteos- carnes.
·        Proteínas de origen vegetal: Legumbres (lentejas, habas, garbanzos, etc.) - vegetales de hojas verdes - frutos secos - quínoa - soja - algas.
2.     Sodio:
El exceso de sodio puede causar acumulación de líquido, hinchazón y aumento de la presión arterial.
Se recomienda limitar el consumo del mismo
·        Reemplazándolo por hierbas aromáticas o jugo de limón.
·        Elegir verduras frescas, evitando las enlatadas. En caso de usar enlatadas, escurrirlas y enjuagarlas varias veces para remover la mayor cantidad de sal.
·        Evitar fiambres y embutidos. Sopas enlatadas y condimentos altos en sodio.
Atención: ¡Muchos productos reducidos en sodio pueden ser altos en potasio! Consulte con su nutricionista cuáles son bajos en sodio y en potasio.
3.     Potasio:
Este mineral cumple importantes funciones a nivel muscular y en el sistema nervioso. Su exceso se acumula en sangre y pueden presentarse alteraciones a nivel cardíaco.
¿Dónde lo encuentro? en frutas, verduras, frutos secos, legumbres, carnes, germen de trigo.
Algunos alimentos lo contienen en mayor proporción que otros.
Recomendaciones para disminuir la cantidad de potasio:
·        Colocar frutas, verduras y legumbres en remojo y aplicarle doble cocción.
4.     Fósforo:
El aumento en sangre puede afectar a los huesos.
¿Dónde lo encontramos? productos integrales, frutos secos, semillas, pescados, huevos, carnes, quesos. Se debe controlar el consumo de estos alimentos.
5.     Calcio:
Existe una alteración en el metabolismo calcio-fósforo en la enfermedad renal, debido a que disminuye la absorción del calcio a nivel intestinal. En algunos casos se debe limitar el consumo y en otro se suplementa.
¿Dónde lo encontramos?: lácteos (leche- quesos- yogurt), huevo, pescados y mariscos, tofu, frutos secos y legumbres.
6.     Líquidos:
La cantidad de líquido que puede consumir dependerá de la capacidad que tenga el riñón de filtrar la sangre y eliminar el líquido sobrante del cuerpo. Es el médico quien determinará, de acuerdo a la etapa de la enfermedad renal en la que se encuentra si es necesario o no limitar el consumo de líquido por día.
Cambios en el estilo de vida que pueden ayudar:
·        Controlar la hipertensión arterial y la glucemia.
·        Tener una alimentación sana, equilibrada y balanceada.
·        Bajar de peso (si es necesario).
·        Comenzar una rutina de ejercicios supervisada por profesionales.
·        Dejar de fumar.
·        Consultar con el médico ante cualquier cambio o duda. MÁR

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