viernes, 17 de mayo de 2019

Mitos sobre la salud del corazón, vinculados a la alimentación

El avance de las enfermedades crónicas no transmisibles, entre las que las cardiovasculares ocupan un lugar central, está muy vinculado a factores de riesgo relacionados con estilos de vida en los que la alimentación y la actividad física tienen un papel importante.
A raíz de eso, entre los consejos para hacer cambios saludables, muchas veces se cuelan algunos que inciden al error, destaca un artículo escrito por especialistas de la Clínica Mayo de Estados Unidos, que profundiza en tres muy difundidos.
Los autores apuntan que en Estados Unidos las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte, algo que también ocurre en Argentina. “La mejor arma para mantenerlas a raya es ingerir una alimentación sana que aporte las vitaminas, los minerales y la energía que el organismo necesita, al mismo tiempo que permite controlar el peso, el colesterol y la presión arterial”, sostienen.
Y advierten que se debe tener cuidado “con los mitos populares respecto a la nutrición, porque pueden llevar por el camino equivocado”.
Mito 1
El aceite de coco es una alternativa de cocina saludable para el corazón
El argumento a favor: el aceite de coco es extremadamente alto en grasas saturadas y hasta puede superar en alrededor del 50% a la manteca. Sin embargo, a pesar de que se sabe que la grasa saturada eleva los niveles de colesterol y que se relaciona con riesgo para enfermedades cardíacas, sus defensores creen que algunas grasas saturadas del aceite de coco (llamadas triglicéridos de cadena media) son menos dañinas y pueden realmente elevar los niveles del colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL).
La realidad: está demostrado que el aceite de coco eleva los niveles del colesterol bueno y malo más que otros aceites de origen vegetal, como el de oliva o el de canola. Además, lo cierto es que los triglicéridos de cadena media constituyen solo una pequeña cantidad de los ácidos grasos en el aceite de coco. Por otro lado, los supuestos beneficios del aceite de coco todavía no se han comprobado mediante estudios a gran escala en humanos, a diferencia de la enorme cantidad de evidencia que respalda a otras grasas saludables para el corazón, como el aceite de oliva, el aceite de canola o los ácidos grasos omega-3 de las nueces y los mariscos.
Mito 2
Es mejor evitar los huevos o, al menos, las yemas
El argumento a favor: las yemas de huevo contienen bastante colesterol y, por lo tanto, es obvio pensar que consumir tanto colesterol lleve a tenerlo alto.
La realidad: la mayor parte del colesterol presente en el cuerpo es producida por el hígado y no proviene de la alimentación. Aunque la alimentación es importante, los estudios descubrieron que los niveles de colesterol están más relacionados con las grasas ingeridas, como las saturadas y las trans, que con el colesterol mismo.
Los huevos también contienen nutrientes saludables, como vitaminas A y D, además de proteína. Si bien los estudios demográficos a largo plazo no muestran ninguna relación entre comer un huevo diario con índices mayores de ataque cardíaco ni accidente cerebrovascular, ten cuidado de no acompañarlo con panceta y queso, porque ambos pueden aumentar el riesgo.
Mito 3
Los suplementos de ácidos grasos omega-3 ayudan al corazón
El argumento a favor: comer pescado puede disminuir el riesgo de muerte por enfermedad cardíaca, gracias a los ácidos grasos no saturados de los mariscos que pueden reducir inflamaciones y disminuir los niveles de los triglicéridos, que son las grasas presentes en la sangre. No obstante, si no comes pescado regularmente (o nunca lo haces), una buena solución podría ser tomar un suplemento de ácidos grasos omega-3 o de aceite de pescado.
La realidad: una gran revisión de muchos estudios, que abarcó a cerca de 80.000 pacientes, no encontró ninguna relación entre los suplementos de ácidos grasos omega-3 y las enfermedades cardíacas. La conclusión fue que si bien los suplementos probablemente no sean perjudiciales, lo mejor sería que los ácidos grasos omega-3 provengan de la alimentación y no de un frasco de pastillas. BP

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