Buscar el
fundamento de una idea significa ponerse en camino para entender si tal idea
tiene validez y merece ser atendida.
¿Es posible
buscar el fundamento para la bioética? La pregunta así formulada, en singular,
parece problemática. En ella salta a la vista el uso de los artículos. Surgen
entonces dos preguntas: ¿es correcto hablar sobre ‘el’ fundamento de ‘la’
bioética? ¿No sería más correcto reconocer que existen diferentes fundamentos
para las distintas bioéticas?
Así, desde el
inicio nos encontramos ante varios problemas. El más fundamental consiste en
dilucidar si la palabra bioética sólo puede ir en singular o en plural. En el
primer caso, solamente existiría una bioética. En el segundo caso, habría
varias bioéticas, y entonces surgiría un debate sobre cuál de ellas pueda ser
la mejor, o si todas (o algunas) tendrían más o menos el mismo rango. No es
pérdida de tiempo afrontar este tipo de preguntas. Si un pueblo busca tener
leyes justas, y si las leyes que se refieren a la salud y a la vida de las
personas dependen del tipo de bioética que sea considerado mejor, resulta obvio
que hace falta emprender un estudio serio para intentar, al menos, resolver
estos interrogantes.
Pongamos
simplemente como ejemplo el tema del aborto. Hace varias décadas muchos pueblos
y sus leyes establecían que el aborto era un delito. Resultaba evidente que
eliminar la vida de un hijo en el seno materno implicaba un acto de injusticia
y un daño grave contra el derecho básico a la vida.
Con el pasar
del tiempo, muchos de esos pueblos y sus leyes han cambiado, hasta el punto de
que algunos consideran el aborto no sólo como una opción válida, sino como un
derecho que debe ser atendido por el personal sanitario y pagado con dinero
público.
¿Cómo ha sido
posible una revolución tan radical en las leyes y costumbres de algunos
pueblos? El proceso puede haber sido más breve o más largo en cada Estado, pero
lo que podemos entrever es que se ha producido un cambio radical en la visión
bioética de sociedades que primero condenaban el aborto y luego lo admitieron
como un derecho.
El caso del
aborto evidencia, por lo tanto, un pluralismo de visiones bioéticas. Por eso se
hace ineludible preguntarnos: ¿hay visiones bioéticas correctas y otras
equivocadas? Para responder, hace falta analizar las propuestas y principios de
cada visión bioética y luego los fundamentos que están detrás de las mismas.
La tarea no
resulta fácil, precisamente porque quienes defienden, por ejemplo, una bioética
utilitarista, considerarán su propia posición como buena y criticarán a otras
bioéticas como incorrectas, arbitrarias y carentes de fundamentos válidos.
A pesar de las
dificultades, resulta necesario tomar una perspectiva optimista respecto de la
posibilidad de alcanzar respuestas aceptables. No es correcto decir que todo
vale lo mismo, o que las bioéticas dependen de cada época, de cada cultura, de
cada ideología o de cada dictador. Porque decir que todo vale lo mismo
significaría equiparar la bioética nacionalsocialista con la bioética de los
países así llamados democráticos; o decir que no hay diferencia entre declarar
al aborto como un derecho y declararlo como un delito: todo dependería de las leyes
de cada lugar. Nos quedamos así, en un preámbulo. El camino por recorrer no
resulta fácil, pero darnos cuenta de que hay que ir a los fundamentos y de que
no toda bioética vale lo mismo que las demás es ya una conquista importante.
Sólo entonces
la mente y el corazón (no trabajan por separados) empezarán a reflexionar
seriamente para abrirse paso en el complejo pluralismo bioético desde preguntas
radicales. Así será posible dar pasos concretos hacia verdades desde las que se
reconocerán y defenderán aquellos derechos fundamentales que deben ser
garantizados a todos los seres humanos en lo que se refieren a las cuestiones
bioéticas. FP
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