No todos los olvidos en adultos
mayores son síntomas de Alzheimer, pero ¿cuándo lo son?
Conmemorando el Día Mundial del Alzheimer, el Dr. Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni responde esa y otras preguntas frecuentes sobre el tipo más común de demencia que afecta en el país a uno de cada 8 mayores de 65 años.
Conmemorando el Día Mundial del Alzheimer, el Dr. Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni responde esa y otras preguntas frecuentes sobre el tipo más común de demencia que afecta en el país a uno de cada 8 mayores de 65 años.
¿Cómo se puede
diferenciar un olvido normal de uno patológico?
En un
olvido normal, el paciente se olvida de parte de una situación y lo que olvida
lo recuerda después, en otro momento o en otra situación. Son esos casos en los
que, por ejemplo, estamos hablando y no nos viene a la mente un nombre o una
palabra, pero sabemos de quién se trata, qué es lo que pasó, tenemos en claro
toda la situación. En estos casos, se preocupa más el paciente que su entorno.
Eso es lo que llamamos un olvido normal.
En el olvido patológico, que es el
que hace pensar en la posibilidad de un deterioro cognitivo como la enfermedad
de Alzheimer, por lo general se olvida la situación completa. El problema es
que no se archiva la información adecuadamente, entonces lo que no recordamos
'no aparece' en otro momento. No hay forma de recuperar ese olvido. Esa es la
diferencia fundamental entre un olvido normal y un olvido relacionado con el
Alzheimer. Y en estos casos, habitualmente está más preocupado el entorno del
paciente que el paciente en sí.
Por otra parte, por lo general los
olvidos relacionados con el Alzheimer son de la memoria más inmediata: lo que
se hizo hace un rato, hace unas horas, no tiene que ver con cosas lejanas. El
ejemplo que siempre uso es que si voy a visitar a una tía a la noche y a la
mañana siguiente la llamo por teléfono y no recuerda una palabra o algo de lo
que dijimos, es un olvido normal. Pero si la llamo a la mañana y me dice: ¡Hace
tanto tiempo que no nos vemos!, eso es un olvido patológico.
¿Todos los problemas de
memoria son Alzheimer?
No, hay
múltiples causas. Si bien un problema de memoria puede deberse al Alzheimer,
hay problemas de memoria que tienen que ver con cuestiones cerebrovasculares,
cuadros infecciosos o con traumatismos de cráneo, entre otros. Si, por ejemplo,
uno se golpea muy fuerte la cabeza puede tener una amnesia postraumática.
¿Es una enfermedad
hereditaria?
Es
edad-dependiente, por lo que, a medida que aumenta la expectativa de vida,
aumenta la frecuencia del Alzheimer en la población. La forma más habitual de
la enfermedad de Alzheimer es la esporádica, que no se hereda y se da por
encima de los 65 años. Sólo el 2% de los pacientes con Alzheimer tiene formas
hereditarias autosómicas dominantes; es decir que la mitad de los descendientes
la va a tener.
Estas formas hereditarias, que son
raras, se observan en general en gente más joven que las formas esporádicas, en
personas de menos de 60 años. Las formas hereditarias consisten en una
alteración de un gen que, si está, significa que la persona va a tener la
enfermedad. Las formas esporádicas, en cambio, se producen por múltiples
causas. Puede haber alguna predisposición genética, pero no necesariamente se
va a heredar la enfermedad.
¿Se puede prevenir?
Sí.
Existen lo que se llaman factores de riesgo y factores de protección contra la
enfermedad. Hoy en día sabemos que hay que actuar sobre estos factores no sólo
en la tercera edad, sino a lo largo de toda la vida. Hay que hacer cambios en
el estilo de vida.
¿Cuáles son los factores de
riesgo? Por un lado, los de riesgo cerebrovascular: HTA, diabetes, colesterol
alto, obesidad, sedentarismo. Es decir que hay que empezar a controlarlos desde
muy temprano, no recién cuando aparece la enfermedad, como se hacía antes.
¿Y cuáles son los factores de
protección? Los que estimulan lo que llamamos la reserva cognitiva: la
actividad social, la actividad física, la actividad intelectual. En este
sentido, tienen que ser actividades que impliquen un desafío, que obliguen a
salir de la rutina y del automatismo y que, a su vez, le gusten a la persona,
porque el componente emocional es importantísimo.
Para alguno puede ser hacer un
crucigrama, para otro ver una película y comentarla luego con alguien. Todas
esas son actividades que llamamos de estímulo de la parte cognitiva. Eso hay
que fomentarlo toda la vida, pero sobre todo en la tercera edad. Por otro lado,
también se considera que una buena dieta, como la dieta mediterránea, protege
contra la enfermedad de Alzheimer.
¿Tiene tratamiento?
Sí. El
tratamiento enlentece la evolución de la enfermedad y ayuda a que el paciente
se mantenga mejor, pero no la cura ni la detiene completamente. Por un lado,
está el tratamiento farmacológico. Hay una serie de drogas, llamadas
sintomáticas, que hacen que la enfermedad evolucione más lento.
También son parte del tratamiento
la estimulación cognitiva, como los talleres de memoria, así como la inserción
social y el manejo de los familiares. Porque otra problemática muy importante
del paciente con Alzheimer es la sobrecarga y el estrés que se genera en el
entorno familiar, y uno tiene que tratar también eso, no sólo al paciente.
Por otra parte, en la
investigación se está tratando de encontrar drogas que actúen sobre la
etiopatogenia, es decir, sobre cómo se produce la enfermedad. BP
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