No le resultó
fácil a Jesús mantenerse fiel a la misión recibida de su Padre sin desviarse de
su voluntad. Los evangelios recuerdan su lucha interior y las pruebas que tuvo
que superar, junto a sus discípulos, a lo largo de su vida.
Los maestros
de la ley lo acosaban con preguntas capciosas para someterlo al orden
establecido, olvidando al Espíritu, que lo impulsaba a curar incluso en sábado.
Los fariseos le pedían que dejara de aliviar el sufrimiento de la gente y
realizara algo más espectacular, «un signo del cielo», de proporciones
cósmicas, con el que Dios lo confirmara ante todos.
Las
tentaciones le venían incluso de sus discípulos más queridos. Santiago y Juan
le pedían que se olvidara de los últimos y pensara más en reservarles a ellos
los puestos de más honor y poder. Pedro le reprende porque pone en riesgo su vida
y puede terminar ejecutado.
Sufría Jesús y
sufrían también sus discípulos. Nada era fácil ni claro. Todos tenían que
buscar la voluntad del Padre superando pruebas y tentaciones de diverso género.
Pocas horas antes de ser detenido por las fuerzas de seguridad del templo,
Jesús les dice así: «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis
pruebas» (Lucas 22,28).
El episodio
conocido como las «tentaciones de Jesús» es un relato en el que se reagrupan y
resumen las tentaciones que hubo de superar Jesús a lo largo de su vida. Aunque
vive movido por el Espíritu recibido en el Jordán, nada le dispensa de sentirse
atraído hacia formas falsas de mesianismo.
¿Ha de pensar
en su propio interés o escuchar la voluntad del Padre? ¿Ha de imponer su poder
de Mesías o ponerse al servicio de quienes lo necesitan? ¿Ha de buscar su
propia gloria o manifestar la compasión de Dios hacia los que sufren? ¿Ha de
evitar riesgos y eludir la crucifixión o entregarse a su misión confiando en el
Padre?
El relato de
las tentaciones de Jesús fue recogido en los evangelios para alertar a sus
seguidores. Hemos de ser lúcidos. El Espíritu de Jesús está vivo en su Iglesia,
pero los cristianos no estamos libres de falsear una y otra vez nuestra
identidad cayendo en múltiples tentaciones.
Para seguir a
Jesús con fidelidad hemos de identificar las tentaciones que tenemos los
cristianos de hoy: la jerarquía y el pueblo; los dirigentes religiosos y los
fieles. Una Iglesia que no es consciente de sus tentaciones pronto falseará su
identidad y su misión. ¿No nos está sucediendo algo de esto? ¿No necesitamos
más lucidez y vigilancia para no caer en la infidelidad? JAP
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