Sacerdote y
Mártir, 06 de Abril
Martirologio Romano: En
Milán, Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de
Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó
la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el
hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de
los enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe († 1252).
Fecha de canonización: 25 de marzo de 1253 por el Papa Inocencio
IV.
San Pedro, mártir dominico, nace hacia 1205, en Verona, la ciudad de la Lombardía italiana presa de la herejía de los Cátaros, propagadores del maniqueísmo en el centro y norte de Italia. Estos herejes puritanos, de espíritu belicoso y sectario. Pedro es un niño muy inteligente, sincero, agradable y firme en sus decisiones; parece predestinado a ser un apóstol del mundo herético; su familia no tiene inconvenientes que la educación del niño esté a cargo de un maestro católico.
Pedro ha crecido. La Universidad de Bolonia tiene
fama merecida; pero todavía goza de mayor influencia Santo Domingo de Guzmán,
el Fundador de los dominicos y sus seguidores que cautivan tanto a estudiantes
como a profesores. Son muchos los que se incorporan a la recientemente fundada
Orden de Predicadores. Pedro con 16 años, queda fascinado por la palabra
ardiente de fray Domingo de Guzmán y recibe el hábito dominicano de sus manos. Con
ímpetu juvenil se dedica al estudio, la oración y vive la austeridad y la
penitencia con radicalidad; en todo es fiel imitador de Domingo de Guzmán.
Terminada la formación eclesiástica, es ordenado sacerdote y nombrado Predicador
del Evangelio de Jesús.
Pronto la Región Toscana, el Milanesado y la Romaña
conocen a este fogoso predicador y formidable polemista; se dedicó a la
predicación especialmente entre los cátaros. Una Característica importante es
que siempre fue hombre de diálogo. Pedro es piadoso, austero y corre la voz de
su santidad por todas partes. Se preocupó de la defensa de la fe, para ello
instituyo las “Asociaciones de la fe” y la “Cofradía para la alabanza de la
Virgen María”. Fue solícito de bien espiritual de las hermanas a quienes brindó
su consejo y ayuda espiritual. Como buen religioso es un convencido de la vida
de comunidad.
Ama a Jesucristo y como Él, experimenta la prueba,
el menosprecio de algunos sectores y el ataque de quienes pensaban distinto. Su
presencia evangelizadora a través de la Predicación continúa con intensidad, su
capacidad organizadora le lleva a coordinar y fundar muchos más pequeños grupos
organizados. Pero todo esto no hubiera sido posible sin la intensa oración. Se
comenta que un día en su contemplación, en su celda dominicana, recibe la
visita de las Santas Mártires: Inés, Cecilia y Catalina que dialogan en su
habitación. Otros frailes llevan la noticia al Padre Prior. En el Capítulo
Conventual es reprendido y corregido porque ha violado la clausura y ha
recibido a mujeres en su celda religiosa. Su respuesta es un prudente silencio
y es enviado al Convento de la Marca Ancona donde intensifica su estudio y
oración... Un día se desahoga ante un crucifijo: “¿Qué mal he hecho, Señor,
para verme como estoy?”. Cristo Crucificado le dice: “Y, yo, Pedro, ¿qué mal
hice?”. Estas atribuciones que la tradición le da, son fiel reflejo de la
intensa comunicación que con Dios tenía a través de la Oración. Algo que había
trascendido a los demás. La gente de Oración profunda transpira esa experiencia
y no hace falta que publique sus experiencias místicas. Por lo general, éstas
se convierten en reflexiones profundas y acciones apostólicas.
El Papa Gregorio IX le conoce y le nombra en 1232
Inquisidor General: Roma, Florencia y Milán conocerán a este apóstol de Cristo.
Los milagros refrendan su vida abnegada por Cristo y por los hombres. Sucesivamente
es superior de los Conventos de Piacenza, Como y Génova. En 1243 Inocencio IV
confirma a Pedro como Inquisidor General; pero una conjura pesa sobre él para
asesinarle. Su martirio es como un eco de la muerte de Cristo, pues es fruto de
40 libras (moneda de Milán). Era el 6 de abril de 1252. Regresaba de Milán a su
Convento de Como, donde era Prior. Cerca de la aldea de Barsalina recibe dos
golpes de hacha en la cabeza, comienza a recitar en voz alta el credo, las
fuerzas le faltan y mojando un dedo en su sangre escribe en el suelo “CREO”. El
Credo es la síntesis de su vida, de su abnegada entrega, de una fidelidad
emocionante a Cristo Crucificado a quien ama. Tenía 46 años. Su cuerpo es
trasladado al convento de Milán. El 25 de marzo del año siguiente Inocencio IV
le canoniza. Es el protomártir de la Orden Dominicana Su fiesta se celebra, de
acuerdo al actual Martirologio Romano el 6 de abril.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario